Hace unas fechas disfrute de un Pujanza 2002, y hoy, si no se tuerce el día, caerá un 2001.
Después de un tiempo sin probar los vinos de esta bodega laguardiense el cuerpo me pedía revivir sensaciones. Y las encontré.
Después de un tiempo sin probar los vinos de esta bodega laguardiense el cuerpo me pedía revivir sensaciones. Y las encontré.
Elaborado con tempranillo por Bodegas y Viñedos Pujanza.
A la vista sigue manteniendo la capa intensa característica de su familia. El ribete continúa granatoso sin llegarse a apreciar tonalidades tejas. Al menos no destacan con la luz del lugar de cata. Las lágrimas son densas. Tiene un brillo muy atractivo.
En nariz se muestra potente y muy elegante. Gran intensidad aromática descubriendo infinidad de matices. Hay fruta, mucha fruta, sobre todo roja, y alguna flor. Aparecen torrefactos, café, especias, vainillas finas de los tostados, regaliz, balsámicos y un excelente fondo mineral. La suma de todas ellas, absolutamente equilibrada, define lo que para mi es el sabor a vino.
La boca es magnifica. Paso muy fácil, con una acidez buenísima y unos taninos finos y puidos. Hay intensidad y enorme largura. Es sabroso y hasta goloso. Prevalece la fruta en el paladar y los tostados dejan su sello de calidad.
La Guarda de Navarra recomienda este vino e invita a buscarlo o a pedirlo en cuanto se tenga la mínima oportunidad.
Es como un tango, además de ser personal y muy sugerente, hay que saber bailarlo. Bebe con pasión- y moderación -y el disfrute será máximo.
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