miércoles, marzo 16, 2011

El vino, también, de la cantera.


Solo unas líneas para desatascar mi olvidado y triste blog.
Por estas tierras navarras, como en el resto del país, en cada uno de nosotros vive un frustrado entrenador de fútbol. El equipo titular de Osasuna nada tiene que ver con el proyectado por el entrenador. Antes uno, Camacho, y ahora otro, Mendilibar.
La madre del cordero en el equipo rojillo, la esencia de su juego, el carácter de la tierra, se basa en dar oportunidad a la cantera. A lo joven, a lo novedoso, a quien pueda sorprender al rival por su calidad, por su fuerza y, sobre todo, por sentir profundamente los colores.
Se dice que este año se cerraron las puertas a la juventud de la casa. Se comenta que se fichó más de lo mismo. Jugadores “mayores”, con experiencia y calidad justa. Se tuvo que dejar marchar, razones de caja, a lo bueno, como todos los años.
Se afirma que el equipo juega apoltronado, acomodado por tener casi resuelta la vida deportiva. Hay quien llama, mal hecho, mercenarios a aquellos que juegan donde sea sin compromiso con la causa.
Desconozco si es real o simplemente ganas de fastidiar y motivar a los talluditos componentes del equipo de todos los navarros.
Personalmente, todo esto lo miro desde lejos por que, de sobra, es conocida mi predilección por uno de los grandes de la mejor, a veces peor, liga del mundo. Aunque Osasuna esta, por supuesto, en mis oraciones dominicales.
Siendo este blog de marcado cariz vínico pensaréis que hago escribiendo sobre fútbol.
Cada día mientras trabajo, en el primer café, almorzando, a veces comiendo, charlando, negociando, discutiendo y bebiendo buen vino, trato con auténticos talibanes rojillos.
Este año echar a Camacho, no por nada extradeportivo como se ha insinuado, si no por no entender el club y por no creer en los cachorros de Tajonar, era una prioridad, algo enfermiza, desde comienzos de la temporada.
Esos talibanes deberían abanderar ese estandarte en cuanto al hablar de vino se refiere.
Dar oportunidades a la cantera, apostar por los vinos jóvenes de la denominación, y de otras tierras vecinas, ávidos de triunfo.
Decidirse por vinos de calidad contrastada nacional e internacionalmente, intentando no mirar su procedencia, pues a veces esta no asegura resultados positivos.
Vetar a los vinos mercenarios. Esos que mueren matando.
Seleccionar de los veteranos a aquellos que todavía están en condiciones de jugar. El nombre no lo es todo. La vida enólogica, como la deportiva pasa.
Y buscar vinos que sorprendan por lo bueno y olvidar esas gangas del mercado, fuera de añada, que dan patadas en el estómago y son carne de categoría regional.
Espero que la reflexión haya resultado amena y didáctica.
La Guarda de Navarra, como representante de vinos, no aspirante a esas comisiones desorbitadas del mundo del fútbol, intentará colaborar para que en Navarra los buenos aficionados tengan un gran equipo.
¡Oe, oe, oe, oe!