jueves, octubre 05, 2006

Somos unos amaderados, osea.


No se que voy a tener que hacer para ablandar el paladar de los navarros mas escépticos. Los hay que deben haber sido termitas en alguna vida anterior y afirman con rotundidad- No me gusta ese vino, no me dice nada- en cuanto se enfrentan a una copa de vino afrutado, equilibrado, con una madera bien integrada.
Basan el me gusta no me gusta en el buqué o bouquet. Así que luego nos empeñamos en beber lo que por aquí nos ofrecen a precios medios bajos y se nos queda una lengua como el estropajo.
Recuerdo la lista de vinos del capitulo anterior y en muchos de ellos prevalecía, dominaba, una astringencia intolerable. Además se percibía claramente que no era debida a unos taninos inmaduros o faltos de pulir si no a una madera joven que producía en la boca un efecto “secante” en algún caso desagradable.
Luego hay quien te dice que le falta evolución. Yo creo que no le falta nada, mas bien le sobran duelas. Y menos mal que aquí no han llegado aún las virutas.
El otro día me decían, acertadamente, que mucha culpa de que por aquí se busque la madera la tienen los riojanos, cuando, remontándonos décadas atrás, inundaban la comunidad foral de Reservas donde la característica fundamental era la presencia dominante de la barrica en su olor y sabor. Y lo continúan haciendo.
Y ahora nos toca bailar con la más fea.
Cuando por todas las denominaciones españolas, incluida la navarra, se tiende al vino elegante, con color, con finura, de cuerpo agradable casi sedoso, de nariz intensa y boca equilibrada, por esta tierra tenemos al consumidor pidiendo lo contrario.
Por tanto o se lo damos, o lo educamos para el consumo de vinos absolutamente distintos a los que esta acostumbrado.
Tarea complicada teniendo en cuenta el carácter tenaz que se exhibe en esta preciosa tierra.
Inmersos ya en plena campaña de recogida de la uva los racimos estarán fermentando en esos modernos depósitos de acero inoxidable y, ahora también, de hormigón.
Estamos a tiempo de salvar la cosecha del 2006. ¡Por favor, menos madera!

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Esta vez me toca discrepar o al menos matizar uno de los comentarios. Dices que la costumbre en el uso de la madera la adoptamos de nuetros vecinos riojanos.

Pero creo que el uso que se hacía de la madera en los riojas clásicos no era tan agresiva como a la que te refieres en el post. No eran maderas 100% nuevas. Eran maderas sabiamente utilizadas para estabilizar los vinos, NO para añadirles aromas.

Y hoy, en la era en que el 99% de la población no distingue entre la calidad de un CD y el de un mp3, a veces se necesita muuuucha madera para que alguna nariz la perciba.

Me ha pasado recientemente con un vino navarro que se autodenomina moderno:

http://todovino.blogspot.com/2006/09/vinos-que-no-comprendo.html

Para mí: un tablonazo. Pero para gustos están los colores. Hoy en el suplemento "Fuera de Serie" de Expansión, lo ponen como uno de los mejores vinos navarros.

Una pena, sí. Triunfa el vino que más grita, no el que más sugiere.

Un saludo,

SobreVino
todovino.blogspot.com

La Guarda de Navarra dijo...

Yo también quiero matizar.Pero solo un poquito. No me refiero al uso de la madera si no al gusto al que algunos se han acostumbrado. Y no te hablo de todos los riojas en general, solo de aquellos mas comerciales donde la madera era la base de su distinción. Los riojas de bandera, ahora y siempre, cuidan sus vinos y sus barricas como oro en paño, pero no así aquellos que producen millones de botellas.
Has hecho bien en puntualizar el comentario. Creía que había quedado claro.

La Guarda de Navarra dijo...

Una apreciación a Sobrevino. El comentario de que la culpa la tienen los riojanos me la dijo un navarro. Yo dije que me pareció un comentario acertado y que todavía lo siguen haciendo.
Así es su mercado y me parece bien mientras les dure.

Anónimo dijo...

Gracias por la respuesta.

Un saludo,

SobreVino