Ayer tuve la oportunidad de probar un vino al que le tenía echado el ojo. En realidad, más al hecho de que Sharon Stone hubiese pernoctado en el Hotel-Bodega del mismo nombre, en Ablitas y la oportunidad que perdí en beberlo con esa grata compañía.
Bueno, la próxima vez será.
Bebí el tinto, y me informaron que la chica también se llevo para los EEUU el blanco Chardonnay. El caso es que se llevo todos los que produce la bodega, por si acaso.
Las variedades que le daban una peculiaridad, para mi algo sorprendente y extraña, eran Tempranillo, Cabernet Sauvignon y Merlot.
A la vista es un picota casi opaco aunque con el ribete juvenil.
En nariz no me pareció intenso y si que destacaba, pero poco, la cabernet. Noté ciertos matices terrosos muy peculiares y algo de fruta negra.
En boca resulto potente, lo primero que me vino a la cabeza fue contundente. Con un cuerpo medio, una buena acidez y ni rastro de la madera. Equilibrado.
En resumen me pareció un vino con mucho carácter y muy interesante para descubrir sensaciones diferentes.
También tengo que decir que me cayó al estomago como una losa, es un vino para acompañar alimentos suculentos.
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