lunes, enero 22, 2007

En brazos de Baco


El sábado night con motivo de una celebración familiar quise conocer a Baco.
Como un cobaya, tomé la decisión de investigar los efectos negativos del alcohol.
Sin ninguna subvención que financiara el experimento, pretendí demostrarle a nuestro gobierno que el vino, y en este caso el champagne, no pueden ser considerados dentro del mismo paquete que alcohol y drogas.
En un país donde el consumo de estupefacientes aumenta sin cesar, incluso más que en otros de nuestro entorno, me parece muy mal que se lancen balones fuera y se persiga al vino, por ser algo no saludable. Es una forma de exteriorizar dos características comunes a nuestros ministerios: la inoperancia y la ineficacia.
Pronto una nueva Ley Seca, verdad ministra, y todos los amigos del talante, perfectamente colocados, estratégicamente ascendidos, a enriquecerse con la venta ilegal de vino con denominación de origen y sin ella.
Ahora que le dan a cualquiera la medalla al trabajo, bueno a cualquiera que lleve un determinado carné, y no en la boca, recordando el fofo cuerpo de un insigne parlamentario, yo pido que me premien el resultado de las investigaciones.
Es fácil imaginar con lo que experimenté, pues he publicado varias veces ese gran vino y ese excelente champán. Hoy no los nombro y no doy pistas a mElena para incluirlos en una lista de prohibidos. Les vins interdits.
Durante la ingestión de esos productos, con luz y taquígrafos, no sufrí ningún dolor. Mi comportamiento psicológico y social no varió. No actué agresivamente. Pude comprobar que ninguna de las botellas estaba adulterada (venían cerradas y etiquetadas) y la mañana siguiente lo confirmó, pues no había rastro de resaca. Han pasado tres días y no tengo la necesidad de beber, creo que no robaré, de momento, para conseguir un par de botellas, salvo que el gobierno las retire del mercado y me obligue a buscarlas donde sea.
Quiero concluir compartiendo en el blog la felicidad con los resultados obtenidos. Podemos seguir bebiendo con toda la tranquilidad, siempre con moderación y sin luego tener que conducir. Y si nos apetece acompañar nuestro vino de unas hamburguesas con extra de grasa, lo haremos. Y si nos apetece beber vino en los toros después de una gran estocada, también lo haremos. Y si encima nos apetece fumarnos un puro, la felicidad completa.
Como un antiguo anuncio publicitario: “Que no nos amarguen la vida”.
Imagen:El Baco de Leonardo Da Vinci

1 comentario:

La Guarda de Navarra dijo...

Acabo de leer que hasta un consejero de Castilla La Mancha (PSOE), José Manuel Díez Salazar, aconseja a la ministra que prevalezca el sentido común y no incluya ni el vino ni la sidra junto a las bebidas alcoholicas.
Lógico y normal.