lunes, enero 15, 2007

Vallobera Crianza 2004 y Pago Malarina 2005


Se encuentran ya en el mercado las nuevas añadas de Vallobera Crianza 2004 y Pago Malarina 2005.
Dos añadas en las, que de nuevo, Bodegas San Pedro, de Laguardia, tiene depositadas grandes esperanzas teniendo en cuenta la mejoría y el progreso lógico que ambos vinos han desarrollando desde su primera cosecha.
El Pago Malarina 2005 es un media crianza, entre cinco y seis meses de barrica. Elaborado con tempranillo, tiene toda la potencia y toda la alegría de un vino joven pero con la templanza, la serenidad y la estructura que le da su paso por la madera.
A la vista se muestra atractivo, brillante, sugerente y con un color picota con ribetes morados y azulados. Intensidad media alta. Su juventud se muestra en toda plenitud.
Nariz aromática, destacando la fruta roja y los matices florales. Recuerdos de regaliz, de minerales y apuntes tenues de su paso por la barrica.
De boca alegre, con una acidez correctísima, amplio, largura media y taninos en su punto. Predomina la fruta con diferencia.
Un vino para acompañar platos de todo tipo, desde las cocinas exóticas, que proliferan últimamente por la península, hasta las italianas, ya establecidas. Arroces y pastas ofrecen un maridaje fantástico. Aconsejable con carnes a la brasa y con quesos de pasta blanda.
El P.V.P aproximado de 4,50€. La acogida positiva del mercado y de la crítica nacional e internacional lo sitúan en el grupo de cabeza de los semicrianzas riojanos.
Sobre el Vallobera Crianza 2004 se podría escribir un libro.
Vallobera da nombre a toda la línea de vinos de la bodega, desde los jóvenes hasta los reservas, tintos y blancos, aunque se vayan añadiendo sorpresas tan agradables como el Pago Malarina o el reciente Caudalia. Pero, en mi opinión, hablar de Vallobera es hablar del crianza. Un crianza con mayúsculas.
Por su relación calidad precio, lo hace atractivo a todos los bolsillos, y es un valor seguro se mire por donde se mire. Se encuentra en el mercado a unos 7€, mas o menos.
La del 2004 va a ser una de las añadas que marque la historia de la bodega.
Elaborado, dicen, exclusivamente de tempranillo nos regala una vista excepcional. Es un cereza picota con ribetes amoratados, poco granates, sin afectarle todavía el paso del tiempo. Es muy intenso, con capa media alta.
En nariz toda la intensidad que se intuía se hace realidad. Toda la fragancia frutal, balsámica y mineral te generan una serie de sensaciones que despiertan la pituitaria, haciéndola trabajar sin descanso. Fruta roja madura, y negra, regaliz, pizarra, mina de lápiz, especias y una madera bien integrada. Elegante y sincero.
La boca refleja el prematuro descorche, pero afianza nuestro convencimiento de que estamos ante un gran vino. Tánico todavía, con una acidez excelente, amplio, carnoso, con cuerpo, potente, equilibrado y largo.
Le dan importancia a la fruta y a fe que lo consiguen. Es un vino que te llena por completo, dejándote satisfecho por las emociones producidas y esperando un nuevo trago.
Para disfrutarlo, para compartirlo y para acompañarlo, entre otras viandas, con un buen chuletón, con unas buenas perdices en salsa, pescados grasos o quesos curados.
En resumen, dos vinos como dos soles que espero este año brillen con todo su esplendor.

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