El pasado domingo durante la comida tuve ocasión de probar y beber dos vinos que me gustaría compartir con el blog, polémicas aparte.
Ante todo dejo claro que yo no seleccioné ninguna de las marcas. Cuando no estás en tu propia casa bebes lo que toca y sin rechistar.
Ambos vinos son decantados para airearlos pues ninguno contiene posos.
El primero, cosas del destino, Vallobera Cazador Reserva 1996.
En botella bordelesa normal, lo comento por que es habitual otro diseño, ancha de hombros y estrecha de base, como una ánfora estirada, algo inestable pero curiosa.
Correcto a la vista, después de diez años. Cereza oscuro con ribetes teja, lagrima densa.
En nariz se muestra vivo, buena madera, fruta roja, balsámico y licoroso.
La boca es golosa, de potencia media, de paso agradable y taninos nobles. Al igual que en nariz, nos muestra frutos rojos, balsámicos, regaliz y madera fina.
Sorprendente en su evolución, ya que comenté el resultado con terceras personas y no habían corrido la misma suerte. Seré un privilegiado ya que no acostumbro a beber ni reservas ni grandes reservas y “alguien” quiso recompensar mi paladar.
El segundo, un Finca Valpiedra Reserva 1999.
Al principio menos vivo que el anterior, pero la lógica se impuso y nos dio momentos brillantes.
A la vista, de intensidad media alta, presenta un picota con ribete granate y algún matiz teja.
En nariz fue de menos a más y mostró gran variedad de aromas casi todos provenientes del tostado de la madera. Torrefactos, especias, balsámicos, mentolados, lácticos, algo de cacao y fruta roja madura.
La boca es atractiva por la frescura. Sigue habiendo fruta, fondo mineral, tiene largura media y los taninos mas vivos, pero sin molestar.
Tiene elegancia y visto lo visto, se podría haber esperado un tiempo antes de consumirlo. Pero por si acaso, ya esta en el zurrón.
Dos reservas que podrían ser titulares.
Perdón, puntualizo, para mi dos reservas que podrían ser titulares.
Ante todo dejo claro que yo no seleccioné ninguna de las marcas. Cuando no estás en tu propia casa bebes lo que toca y sin rechistar.
Ambos vinos son decantados para airearlos pues ninguno contiene posos.
El primero, cosas del destino, Vallobera Cazador Reserva 1996.
En botella bordelesa normal, lo comento por que es habitual otro diseño, ancha de hombros y estrecha de base, como una ánfora estirada, algo inestable pero curiosa.
Correcto a la vista, después de diez años. Cereza oscuro con ribetes teja, lagrima densa.
En nariz se muestra vivo, buena madera, fruta roja, balsámico y licoroso.
La boca es golosa, de potencia media, de paso agradable y taninos nobles. Al igual que en nariz, nos muestra frutos rojos, balsámicos, regaliz y madera fina.
Sorprendente en su evolución, ya que comenté el resultado con terceras personas y no habían corrido la misma suerte. Seré un privilegiado ya que no acostumbro a beber ni reservas ni grandes reservas y “alguien” quiso recompensar mi paladar.
El segundo, un Finca Valpiedra Reserva 1999.
Al principio menos vivo que el anterior, pero la lógica se impuso y nos dio momentos brillantes.
A la vista, de intensidad media alta, presenta un picota con ribete granate y algún matiz teja.
En nariz fue de menos a más y mostró gran variedad de aromas casi todos provenientes del tostado de la madera. Torrefactos, especias, balsámicos, mentolados, lácticos, algo de cacao y fruta roja madura.
La boca es atractiva por la frescura. Sigue habiendo fruta, fondo mineral, tiene largura media y los taninos mas vivos, pero sin molestar.
Tiene elegancia y visto lo visto, se podría haber esperado un tiempo antes de consumirlo. Pero por si acaso, ya esta en el zurrón.
Dos reservas que podrían ser titulares.
Perdón, puntualizo, para mi dos reservas que podrían ser titulares.
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