jueves, febrero 15, 2007

Educando sin vino.


-Papa, papa, corre ya son las 21.00h. Van a poner el primer anuncio sobre vinos. Mira, papa, dos rombos. ¿Eso que significa?
-Espera hijo, ya voy. Estoy apurando la última gota de un Rioja y no quiero que me veas, no vaya ser que me envíen a la Laica Inquisición y me quemen junto a todas las botellas prohibidas que escondo en la bodega.
Dos rombos quiere decir que se verá a alguien realizando el acto de descorche y que parte del liquido se deslizará posteriormente por su profunda garganta ocasionándole placer. ¡Pecado, hijo, pecado!
Con un rombo nos avisan que veremos a la botella de espaldas, intuyendo la etiqueta. Esa insinuación también es pecado, necesitaríamos confesión privada y posiblemente nos azotarían en público si se enteraran que tú, menor de edad y todavía sin carné de partido, has visto imágenes tan crudas y obscenas.
Menos mal que no saben que en Canal Plus, aunque codificadas, se pueden ver imágenes de los mejores vinos de España en todo su esplendor. Hay que echarle imaginación pero estuve muchos años viendo así los partidos de fútbol y las películas porno y uno tiene la vista más que adiestrada para tanta raya.
Por cierto hijo ¿que tal esa película X que os han proyectado en el colegio? Eso si que es educar y no mis clases de formación sexual. Que no tuve.
- Papa, ya tengo ganas de cumplir dieciocho años para que me enseñes las viñas. Estoy harto de las plantas de coca y de las de maría. Me aburren y detesto masticar y fumar. Quiero sentir y vivir las historias que me contaba el abuelo. Saber que es podar, ver el lloro de la cepa, tocar los aterciopelados brotes recién nacidos, disfrutar del envero, comer eso que llamáis uva y sobre todo vendimiar.
- Sin prisa hijo, aún te quedan diez años. Te queda mucho por vivir y muchas experiencias excitantes.
De momento ponte el pijama y a dormir que mañana en la Plaza Mayor hay lapidaciones y no te puede temblar el pulso. Y como se acerca tu cumpleaños posiblemente te llevemos a desconectar a tu primer enfermo terminal.
¡Vaya envidia de niñez!

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