viernes, septiembre 08, 2006

Alma del vino, haberla aila


Si en el articulo anterior hablaba del cuerpo del vino, ¿por qué no hablar también del ALMA?
Atendiendo al alma o al espíritu podemos encontrar vinos vacíos y huecos, y opuestamente los hay llenos, con vida, espirituales, angélicos, celestiales, incluso galácticos como publiqué en su día.
Se habla del alma de un vino cuando este tiene algo mas que lo que se ve y se nota, cuando tiene un carácter propio, cuando expresa la personalidad de su creador. Cuando al beberlo te das cuenta que es algo mas que un liquido. Te aporta sensaciones, la mayoría de las veces placenteras. Sensaciones que rozan lo místico. Te elevan a un estado de bienestar con solo tomar un sorbo. No es necesario beber dos botellas para alcanzar el clímax. Eso es otra cosa.
A veces con solo tocar los labios, con el mero hecho de introducir la nariz en la copa, nos damos cuenta que el vino que tenemos delante no es solo para beber. Por nuestro cerebro pasan todas las fases de su elaboración, todo el trabajo de quien lo hizo, quien lo diseñó, lo engendró.
He leído por ahí que el alma del vino se le atribuye al pago o terroir de donde procede, la mano del hombre como creador no se tiene en cuenta. Otros, con humor, otorgan alma solamente a los vinos más caros. Y otros, apasionados, dicen que el alma del vino es el Brandy.
Yo, como gran filósofo y experto observador, tengo mi propia teoría o definición.

Recordando un e-mail de Olga, seguidora incondicional de este blog, podríamos establecer un silogismo, un razonamiento lógico mediante premisas para terminar en una conclusión.
Así a botipronto, se me ocurre lo siguiente:
- El hombre tiene cuerpo y alma.
- El vino es creado y bebido por el hombre.
- El vino tiene cuerpo, luego tiene alma.
Aquí esta el meollo de la cuestión. El alma hay que descubrirla, encontrarla, y como los hombres, no todos los vinos la tienen, son los vinos desalmados.
El hombre otorga al vino su alma pero no tengo claro en que momento se produce esa transacción trascendental, si es en su creación o en su degustación.
Pueden darse casos en que los bodegueros, como creadores supremos, aprovechen su sabiduría para expresar en el vino su personalidad, su carácter y su ego más interior.
El vino desde la tierra hasta su embotellado y puesta en el mercado es dotado de un ser, de una historia, de un contexto y de unas circunstancias que lo hacen superar lo meramente terrenal.
Soy de la opinión de que quien tiene que valorar ese carácter extraordinario es el hombre que inicia su búsqueda, lo compra y al final lo cata.
Esa persona en el momento de beber el vino, de adquirirlo, de desearlo, de disfrutarlo, de compartirlo, en resumen, de consumirlo y no de crearlo, es quien le concede ese alma, ese espíritu que tal vez hasta ese día no tenía o nadie había encontrado.
No recuerdo si he hecho publica esta anécdota que ocurrió entre importantes bodegueros, algún periodista y varios amantes del vino, en torno a una mesa.
Un gran bodeguero y enólogo, reconocido mundialmente, le echó un piropo extraño o una reprimenda paternal a otro gran bodeguero, este mas joven y osado que aquel. Le dijo: - Haces el vino tan perfecto que no le dejas expresarse, lo haces sin alma.
Cuando lo lean recordaran el momento, tal vez olvidado en la nebulosa sala del restaurante después de habernos metido entre pecho y espalda unas cuantas almas de buen vino.
Allí comencé a platearme esta posibilidad, pues entendí que el creador del vino dotaba a este de todo lo necesario para ser un grande pero si una botella no llegaba a las manos adecuadas nunca se expresaría como tal, no se encontraría su alma, precisamente por que no la tenía hasta entonces. Es el hombre quien le confiere alma al vino en el instante que descubre las sensaciones especiales, trascendentales, incluso contemplativas para las que fue creado.
Hay vinos donde se manifiesta todo el amor de quien lo hizo, quien los bebe encuentra y plasma su espíritu. Otros vinos se producen pensando en el mercado, esos carecen de la esencia, es inútil buscar nada, solo calmaran la sed y adormecerán neuronas, cuando las haya.
Sucede con los cuadros, con la música, …si se han creado con el corazón se perciben con el corazón. Si son experimentos comerciales su vida es efímera.
Se puede hacer la prueba. No hay que beberse un Burdeos o un gran Rioja para entenderlo. Solo es necesario desplazarse a una bodega y conocer al bodeguero. Sus instalaciones, sus fundamentos. Hay vinos que desde la cepa ya se sabe su final. Otros tendrán su historia por que desde la poda alguien se ha propuesto escribirla.
En ellos encontraremos su alma.

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