Leo en elEconomista.es, “Falcon Crest en La Rioja”.
Al desconocer más datos sobre el caso y no manejar otras fuentes fidedignas, no quiero extenderme en los pormenores del asunto y si en lo que más me importa, el futuro del vino.
Dice el diario digital que Julio Faustino Martínez, patriarca de Bodegas Faustino, ha declarado la guerra a sus hijos expulsándoles del consejo de administración de la bodega.
Da más datos pero será el tiempo quien le dé o quite razones.
Eso son harinas de otro costal.
Son varias las bodegas grandes que por unas razones o por otras están acabando como el Rosario de la Aurora.
¿Existe nerviosismo en el sector? ¿Son los mismos problemas de gestión familiar por no delegar en buenos gestores profesionales? Vamos, lo de siempre. ¿Herencias? ¿Repartos de imperio por hijos mal acostumbrados?
No se sabe, pero lo que si está claro es que una macroempresa como Faustino, cuyos vinos son conocidos por el mundo entero no puede terminar de esta manera.
Bastantes problemas tiene ya el sector como para sumarle este tan desafortunado.
Alguien podría pensar, con cierta maldad, que a río revuelto ganancia de pescadores.
Con todo el excedente acumulado, la caída de gigantes abriría posibilidades de mercado a otros menos capacitados en grandes operaciones pero con vinos muy interesantes.
La verdad es que en la vida se cumplen ciclos y que “a rey muerto, rey puesto”. Seguro que alguna bodega se estará frotando las manos y esté deseando que la noticia se confirme.
La Guarda de Navarra entiende que la historia tiene un curso y desea que todo se resuelva de manera favorable, sobre todo para el mundo del vino.
Rioja sin Faustino o Laguardia sin Campillo, algo difícil de digerir.
Al desconocer más datos sobre el caso y no manejar otras fuentes fidedignas, no quiero extenderme en los pormenores del asunto y si en lo que más me importa, el futuro del vino.
Dice el diario digital que Julio Faustino Martínez, patriarca de Bodegas Faustino, ha declarado la guerra a sus hijos expulsándoles del consejo de administración de la bodega.
Da más datos pero será el tiempo quien le dé o quite razones.
Eso son harinas de otro costal.
Son varias las bodegas grandes que por unas razones o por otras están acabando como el Rosario de la Aurora.
¿Existe nerviosismo en el sector? ¿Son los mismos problemas de gestión familiar por no delegar en buenos gestores profesionales? Vamos, lo de siempre. ¿Herencias? ¿Repartos de imperio por hijos mal acostumbrados?
No se sabe, pero lo que si está claro es que una macroempresa como Faustino, cuyos vinos son conocidos por el mundo entero no puede terminar de esta manera.
Bastantes problemas tiene ya el sector como para sumarle este tan desafortunado.
Alguien podría pensar, con cierta maldad, que a río revuelto ganancia de pescadores.
Con todo el excedente acumulado, la caída de gigantes abriría posibilidades de mercado a otros menos capacitados en grandes operaciones pero con vinos muy interesantes.
La verdad es que en la vida se cumplen ciclos y que “a rey muerto, rey puesto”. Seguro que alguna bodega se estará frotando las manos y esté deseando que la noticia se confirme.
La Guarda de Navarra entiende que la historia tiene un curso y desea que todo se resuelva de manera favorable, sobre todo para el mundo del vino.
Rioja sin Faustino o Laguardia sin Campillo, algo difícil de digerir.