
Después de una leve travesía por el desierto o, bien mirado, por el Polo Norte, me dispongo a escribir este artículo sin muchas ganas pero con la reconfortante compañía de este Viña Perguita 2005.
Lo elaboran en Los Arcos las Bodegas Fernández de Arcaya.
Esta bodega de marcado carácter familiar gusta de tratar a sus clientes como amigos ofreciendo en cada uno de sus vinos la personalidad y la cercanía de la que carecen otros miembros de la Denominación de Origen Navarra.
Viñedos propios, una viticultura inteligente y una dilatada experiencia enológica imprimen un valor añadido y una complejidad digna de admirar.
No me atrevo a decir que sus vinos son para todo el mundo. Tampoco que están hechos para llegar a todos los nichos del mercado. No son fáciles de entender.
Pero de lo que si estoy absolutamente seguro es que son vinos para charlar con frecuencia, para ir conociendo poco a poco. Amigos de toda la vida, no amores efímeros, ni sujetos a la moda de lo políticamente correcto.
Estoy deseando visitar la bodega para conocerlos en su terreno y poder disfrutar de ellos en la paz y humedad de sus calados.
Este Viña Perguita 2005 procede del coupage tan característico de la Navarra moderna. Tempranillo, Cabernet Sauvignon y Merlot.
Cuatro meses de barrica de roble son suficientes para permitirle mantener la juventud aportándoles otra serie de valores.
Destacable y revolucionario es su sistema de cierre, el Vino-Lock. Apuestan por la eliminación en esta botella del tapón de corcho. Las ventajas, de sobra conocidas, se multiplican al comprobar la facilidad de la apertura y del cierre. El Vino-Lock incrementa, de nuevo, personalidad y genera atractivo en la decisión de compra.
Ya en la cata, se comporta como un vino tremendamente especial.
La vista es correcta. Color cereza con ribete casi violáceo, virando a granates. Capa media-baja.
En nariz sorprende su complejidad y su peculiaridad. Notas frutales y un fondo mineral que atrae sobremanera. Se entiende que procede de una tierra rica en matices y en componentes químicos muy variados, si no, no se explica. La barrica, bien entendida, aparece sutilmente como recuerdos especiados.
La boca recuerda a la nariz en su mineralidad. Paso fácil, ligero, sin estridencias. Tánico, lo justo, y alegre.
La Guarda de Navarra ha encontrado un amigo culto. Simpático y diferente pero no apto para juergas con mucha gente. No de alta alcurnia pero si refugio para cuando sea necesario. Vino para indagar, nada superficial ni hipócrita.
¡Hasta pronto, Viña Perguita!
Lo elaboran en Los Arcos las Bodegas Fernández de Arcaya.
Esta bodega de marcado carácter familiar gusta de tratar a sus clientes como amigos ofreciendo en cada uno de sus vinos la personalidad y la cercanía de la que carecen otros miembros de la Denominación de Origen Navarra.
Viñedos propios, una viticultura inteligente y una dilatada experiencia enológica imprimen un valor añadido y una complejidad digna de admirar.
No me atrevo a decir que sus vinos son para todo el mundo. Tampoco que están hechos para llegar a todos los nichos del mercado. No son fáciles de entender.
Pero de lo que si estoy absolutamente seguro es que son vinos para charlar con frecuencia, para ir conociendo poco a poco. Amigos de toda la vida, no amores efímeros, ni sujetos a la moda de lo políticamente correcto.
Estoy deseando visitar la bodega para conocerlos en su terreno y poder disfrutar de ellos en la paz y humedad de sus calados.
Este Viña Perguita 2005 procede del coupage tan característico de la Navarra moderna. Tempranillo, Cabernet Sauvignon y Merlot.
Cuatro meses de barrica de roble son suficientes para permitirle mantener la juventud aportándoles otra serie de valores.
Destacable y revolucionario es su sistema de cierre, el Vino-Lock. Apuestan por la eliminación en esta botella del tapón de corcho. Las ventajas, de sobra conocidas, se multiplican al comprobar la facilidad de la apertura y del cierre. El Vino-Lock incrementa, de nuevo, personalidad y genera atractivo en la decisión de compra.

Ya en la cata, se comporta como un vino tremendamente especial.
La vista es correcta. Color cereza con ribete casi violáceo, virando a granates. Capa media-baja.
En nariz sorprende su complejidad y su peculiaridad. Notas frutales y un fondo mineral que atrae sobremanera. Se entiende que procede de una tierra rica en matices y en componentes químicos muy variados, si no, no se explica. La barrica, bien entendida, aparece sutilmente como recuerdos especiados.
La boca recuerda a la nariz en su mineralidad. Paso fácil, ligero, sin estridencias. Tánico, lo justo, y alegre.
La Guarda de Navarra ha encontrado un amigo culto. Simpático y diferente pero no apto para juergas con mucha gente. No de alta alcurnia pero si refugio para cuando sea necesario. Vino para indagar, nada superficial ni hipócrita.
¡Hasta pronto, Viña Perguita!