Hoy, 31 de diciembre, en Laguardia, en la Fonda Pachico, temprano, sentado en uno de los bancos que guardan la entrada principal, ha estado un individuo que tiene mas ojos que días le quedan al año 2006.
No ha faltado a su cita, como cada año, al menos durante los últimos treinta y nueve.
Para celebrarlo he decidido descorchar un vinico de los de rompe y rasga. De raza, con estilo y con un precio, alrededor de 12,00€, irresistible para la mayoría de los españoles, aún sin corralito.
Tengo que darle algo de base al estómago que esta noche volveremos a excedernos y al cuerpo hay que darle alegría a menudo, por que si se la das con cuenta gotas, de repente, no la asimila y le sienta mal.
No había incluido ninguna cata sobre él y ya era hora.
Se trata de un Vallobera Reserva 1999.
A la vista presenta un color cereza con ribete granate y tonos tejas. Intensidad media alta y bonitas lágrimas.
Nariz elegante, aunque algo tímido, después de oxigenarlo y decantarlo por la presencia de algún objeto volante no identificado. Aromas procedentes de la larga crianza, dieciocho meses de roble. Bombones al licor, torrefactos, cacaos, fruta roja madura y un fondo mineral. Se percibe un claro equilibrio aromático.
En boca muestra un cuerpo medio, una acidez acorde a su edad y unos taninos redondeados que producen unas sensaciones muy agradables en el paso. Hay fruta, licor, chocolate y una madera fina bien entendida. Es largo y persistente.
Tiene una complejidad que otros muchos quisieran y una estructura que confirma su longevidad.
Un buen vino para terminar el año, Feliz 2007.
No ha faltado a su cita, como cada año, al menos durante los últimos treinta y nueve.
Para celebrarlo he decidido descorchar un vinico de los de rompe y rasga. De raza, con estilo y con un precio, alrededor de 12,00€, irresistible para la mayoría de los españoles, aún sin corralito.
Tengo que darle algo de base al estómago que esta noche volveremos a excedernos y al cuerpo hay que darle alegría a menudo, por que si se la das con cuenta gotas, de repente, no la asimila y le sienta mal.
No había incluido ninguna cata sobre él y ya era hora.
Se trata de un Vallobera Reserva 1999.
A la vista presenta un color cereza con ribete granate y tonos tejas. Intensidad media alta y bonitas lágrimas.
Nariz elegante, aunque algo tímido, después de oxigenarlo y decantarlo por la presencia de algún objeto volante no identificado. Aromas procedentes de la larga crianza, dieciocho meses de roble. Bombones al licor, torrefactos, cacaos, fruta roja madura y un fondo mineral. Se percibe un claro equilibrio aromático.
En boca muestra un cuerpo medio, una acidez acorde a su edad y unos taninos redondeados que producen unas sensaciones muy agradables en el paso. Hay fruta, licor, chocolate y una madera fina bien entendida. Es largo y persistente.
Tiene una complejidad que otros muchos quisieran y una estructura que confirma su longevidad.
Un buen vino para terminar el año, Feliz 2007.