miércoles, diciembre 13, 2006

A dreamer in Pamplona


Dos restaurantes navarros ya conocen Bodegas y Viñedos Pujanza y Bodegas San Pedro-Vallobera.
Uno de los días del larguísimo puente foral, que dicen los navarros, y que a veces es tan largo como el Golden Gate Bridge, visitaron Laguardia Ignacio y Gustavo, del restaurante Alhambra y del Europa, respectivamente.
No conozco mejor forma para identificar y situar correctamente una bodega. Por muchas fichas que se lean, por muchas revistas, libros o guías que se compren, los vinos como verdaderamente se conocen es cuando se prueban donde nacen. Catar el vino en las propias bodegas, acercarse a ver alguna viña y visitar las instalaciones son actividades sanas e instructivas.
Para quien diariamente tiene que aconsejar a clientes sobre vinos, por realizar actividades de sumiller o quien vende con criterio desde una vinoteca, es imposible desplazarse a todos y cada uno de los lugares de origen de los vinos, pero si cada vez que puede, de alguna forma, toma contacto con la zona, con alguna bodega, con las variedades o disfruta del vino de forma natural, sin connotaciones laborales y de obligación, podrá informar y asesorar con más garantías de éxito.
A eso vinieron Ignacio y Gustavo, y estoy seguro que ahora hablar de Pujanza y Vallobera es algo mas que una disertación automática y memorizada.
En Bodegas y Viñedos Pujanza les mostraron las instalaciones, les explicaron sobre el terreno las ultimas técnicas en viticultura aplicadas y experimentales, pero sobre todo probaron una serie de vinos que no olvidarán.
Vinos directamente de los depósitos, de la añada 2006, vinos que con la ayuda de una pipeta salían directamente de su placentera crianza pertenecientes al Pujanza y al Pujanza Norte 2005, y vinos ya embotellados con prestigio reconocido, como el Norte 2003 y el 2004.
Luego nos desplazamos el kilómetro y medio escaso que nos separa de Bodegas San Pedro. Con menos tiempo, pero con la misma ilusión, observamos los cambios que se están produciendo en las instalaciones y que van orientadas a una mejor adaptación a los tiempos que corren. Comodidad en la elaboración, mimo en las crianzas y la atracción de los clientes a las bodegas como puntos de referencia en la venta de vino.
Aquí se cataron el Vallobera 2004, deseando estoy que salga al mercado, y el Caudalia 2005.
Luego a ritmo de Dreamer, canción de Supertramp, me fui a tomar unos vinos por Laguardia orgulloso de que dos bodegas de rioja alavesa se presenten en dos restaurantes de renombre en Pamplona con el respeto que merecen, sin aditivos ni conservantes no autorizados.

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