jueves, diciembre 21, 2006

Caballero andante.


En un lugar de Laguardia de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor.
De nombre Don Pu.Norte se hacía acompañar en sus aventuras por un fiel escudero llamado Sampu Janza.
Estaba enamorado hasta las cachas del buen vino, tanto que lo idealizo y le dio forma de mujer. Como todos los caballeros necesitaba de su princesa, la llamó Borgoña de la Romanée Conti.
En sus andanzas caballerescas confundió molinos de viento con chateaus, peleó sin descanso contra todo lo que le dificultaba la búsqueda del Gran Vino entre los vinos. Parecido al bálsamo de Fierabrás de una conocida novela española.
Una de sus hazañas mas conocidas fue la de enfrentarse, espada en mano, con unos pellejos que contenían el excedente de vino del país. Jaleado por sus incondicionales cada estocada certera hacia brotar ingentes cantidades de vino, hasta que llegó la espinosa dueña y evitó el desastre necesario.
Viajo mucho y conoció gentes y tierras que le aportaron sabiduría, afianzando su postura y su modus vivendi.
Pretendió crear una ínsula, como una subdenominación, para su sirviente y amigo pero tras manteos, palizas y desventuras prefirieron dejarlo todo como estaba. Poca recompensa después de tanta batalla.
Al final nuestro héroe, cansado, se retiro a su hogar de crianza para reposar y vivir sus últimos días rodeados de los suyos.
Despertó del encantamiento y, ya cuerdo, descubrió que el elixir que tanto anhelaba lo tenía en casa.
Luego descansó.
Ilustración de Dalí, metamorfosis de Don Quijote.

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