viernes, febrero 17, 2006

Dime que vino bebes y te diré como eres.


Cada vino tiene su consumidor y cada consumidor tiene su vino ideal. Recordando el dicho:”El pan cambiaó y el vino acostumbraó”, podemos entender por qué cada cual elige un vino determinado. Nos acostumbramos a cualquier vino, incluso al menos bueno, porque le damos un valor trascendental, sentimental y económico.
Cuando el hombre crea al vino lo crea a imagen y semejanza suya. A veces es fácil averiguar mirando al bodeguero como es el vino que elabora.
Tanto los grandes vinos como los mediocres se identifican con quien los crió.
Cualquier marca conocida se puede relacionar con su creador, que es quien imprime al vino su carácter.
Hay vinos frescos, innovadores, clásicos, vanguardistas, zafios, hipócritas, rebeldes, tranquilos, pacientes, nerviosos, alegres, apagados, tristes, planos, aburridos, simpáticos, tímidos, dormidos, exóticos, internacionales, caseros, primitivos, calidos, amables, antipáticos, incluso detestables, tradicionales y aburridos. También los hay mentirosos, desconfiados, cojos, juguetones y bonachones.
El consumidor detecta su cualidad, la hace suya, interacciona con el y se fusionan.
Los vinos nuevos se pueden enfocar hacia un público joven, y no tan joven, alegre, fresco, dinámico, inquieto, fiel. Amante del campo y con espíritu deportivo.
Los blancos, con y sin crianza, los relaciono con personas pausadas que habitualmente no beben y que en cada sorbo ven una buena intención. Comprometidas, motivadas, con iniciativa y en general, sensibles.
Crianzas, con carácter y estructura, para mujeres y hombres establecidos, de mediana edad, maduros. Clásicos con un punto de rebeldía. Disconformes con los criancillas de medio pelo. Viajeros incansables y lectores ávidos de historias curiosas. Tranquilos y extrovertidos aunque no lo aparenten.
Un rosado de calidad dirigido a desordenados, almas libres, sin compromiso, nerviosos y a veces tristes. Llenos de dudas, sin rumbo fijo. Aburridos hasta que alguien, o algo, les anima, y a partir de ahí felices en extremo.
Finos, manzanillas y similares para jóvenes y mayores. Despreocupados, satisfechos, contentos. Con energía y amigos del sol. Es el vino por excelencia del taurino, del amante, del simpático y del noctámbulo.
Vinos dulces, PX, moscateles, para personas involucradas, buscadoras de paz y tranquilidad. Agradecidas y amables. Saben lo que quieren y buscan tradición e innovación.
Reserva y Gran Reserva son para un público selecto, maduro. Son tradicionales, cordiales y cariñosos. Para ellos el tiempo lo es todo. Pletóricos en lo intelectual y raramente en lo físico. Asentados sin muchos planes de futuro y con pocos quebraderos de cabeza.

Vinos de guarda, modernos. Los puedo relacionar con gente en apariencia sensata, algo indisciplinada. Creativos, artistas y con destellos de genialidad. Sofisticados, deportistas, de gusto refinado. Pensadores incansables, de futuro cambiante, descontentos e insaciables. Amantes del riesgo, de la aventura y de la vida.
Champanes, cavas y espumosos para gente sin complejos, con historias, sin prejuicios. De corazón joven, chispeante y, a menudo, rebosante de alegría. Desprovistas de reloj, con ansias de conocimiento. En busca de los pequeños placeres de la vida.
Es mi percepción, me gustaría que también opinaras y si quieres, anónimamente, me dijeras como eres y que es lo que bebes.

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