Recital de vinos y de conocimientos en Luismix Vinos. ¡Irrepetible!
Sincero, cercano y sin complejos. Así se presentó Carlos San Pedro en Pamplona para comentar la cata vertical de su vino, ojito derecho, Pujanza Norte.
Pasaban las siete de la tarde cuando Carlos, desenfadado y humilde, como nunca, desgranaba uno a uno, con el corazón, los seis vinos que le han hecho famoso en el mundo del vino.
Empezó definiendo con exactitud, de forma clara y natural, el viñedo de donde procede el Pujanza Norte.
Los suelos calcáreos que le aportan ese matiz tan sutil, fácilmente distinguible, que es su mineralidad. Un fondo de tierra, de esa tierra riojana alavesa, que no todos pueden expresar. Suelos pobres que participan en la concentración y en la estructura final.
La altura de la finca, compañera esencial de la maduración, para bien o para mal, según las añadas.
Las variedades que conforman el coupage. Tempranillo en un ochenta por ciento, y otras. Explicando, al contrario de lo que se cree, que su tres por ciento de Viura es eficaz para fijar el color y conseguir la excelente capa de los vinos de esta bodega laguardiense.
Y sus técnicas vitivinícolas, fundamentadas en los principios de anteriores generaciones de viticultores. La paradoja de este vino de corte moderno.
“Podéis servir el primer vino”, así comienza uno de los capítulos inolvidables de mi vida.
Pujanza Norte 1999.
Un milagro hizo que hoy podamos disfrutar de él. Una helada a destiempo estuvo a punto de acabar con el primer grande de Pujanza.
El de menos capa del sexteto. Elegante, de potencia comedida pero con una intensidad extraordinaria. Muy serio. Graso, sabroso y bien estructurado.
(La cosecha del 2000 no salió. Después de un devastador pedrisco se intentó salvar lo insalvable y la botritis acabó con las pocas esperanzas depositadas)
Pujanza Norte 2001.
Un año casi perfecto. La cata de uvas confirmaba y alimentaba las ilusiones después del año en blanco.
De capa intensa, el ribete granate denota la buena evolución.
Elegante e intenso en aromas. Fondo mineral de tierra. Buena estructura, finos terciarios y madurez exquisita.
Pujanza Norte 2002.
Año frío, difícil en un viñedo que se encuentra a más de 650 metros de altura sobre el nivel del mar. Entra noviembre y las uvas colgando en la cepa. Otro milagro.
Primer año sin maloláctica en barrica pues, según la experiencia de Carlos, resta longevidad y carácter a sus vinos.
Buena capa y menos ribete. A pesar de todo, este Norte se muestra inmejorable. De nariz elegantísima, rezuma finura y potencia. La lógica acidez se traduce en una frescura y una amabilidad deliciosa. Fondo mineral. Madera fina de cedro y notas de mina de lápiz. Magnifico en boca, complejo y persistente.
Pujanza Norte 2003.
El año del calor.
Buena capa. Armónico, presentando gran intensidad en nariz y en boca. Mineral. Dulce en nariz pero conservando frescura. Asombroso. De la fruta roja señal de identidad del Pujanza pasamos a la fruta negra y fruta al licor. La evolución en copa muestra chocolates y cacaos. Y la guinda la ponen unas notas terpénicas, dulces, que aunque alguien apunta, acertadamente, a Sauternes a mi también me transportan a Italia, al Amarone. Tal vez sea pasión, pero ¿por qué no?
Este vino es un claro ejemplo de cómo sobrevivir en tiempos difíciles. Sabroso, expresivo y muy personal.
Pujanza Norte 2004.
El 29 de septiembre empezó a llover y estuvo tres días. Y no llovió a gusto de todos.
Este Pujanza se mantiene casi en estado latente. Parado, sin evolucionar, conservando una extraordinaria capa con un ribete que mantiene los matices violetas. Longevo y con una esperanza de vida magnifica. Un gran vino de guarda.
Balsámico, fresco, elegante e intenso. Potente con una finura ejemplar. Taninos amables pero presentes. Es un vino que ganará complejidad pero que quien quiera puede disfrutarlo en este momento. Y no se arrepentirá. Aunque sería bueno hacerse con unas botellas para comprobar su evolución. Bien valorado por la crítica ha demostrado y mostrado credenciales de fuera de serie.
Largura infinita, estructurado, con nervio y una clase superior. Galáctico.
Pujanza Norte 2005.
Una gran añada para quienes saben elaborar vino.
Aspecto juvenil. De color vivo, capa alta, ribete azulado y violeta. Atractivo.
En nariz rompe los esquemas. Potente, mineral, balsámico, intenso, marcando una finura poco común en un vino que parece esconder sus atributos para quienes tengamos la paciencia de esperar unos cuantos años. Uno de los grandes que nos alegrará la próxima década. Ganará complejidad.
Boca excepcional, taninos maduros, intensidad frutal y elegancia. Buena estructura y persistencia.
Toda la serie transmite buena salud. Bien equilibrados, elegantes, estructurados sin llegar a la pesadez, complejos, de taninos maduros y, por encima de todo, muy expresivos y diferentes dentro de la línea que me atrevo a definir como Línea Pujanza. ¿Dígame?
No hay mejor manera de valorar una bodega que catando sus vinos, todos sus vinos.
Vinos fuera de moda. Vinos con carácter. Vinos absolutamente identificados con su autor y con sus circunstancias personales y ambientales.
No son comerciales y no son aptos para todo el mundo, pero son vinos que hay que probar, al menos, una vez en la vida. Grandes de España.
La Guarda de Navarra comparte la felicidad de este magno acontecimiento con todos sus amigos.
¡La pena es no poder compartir otra vez los vinos!
Sincero, cercano y sin complejos. Así se presentó Carlos San Pedro en Pamplona para comentar la cata vertical de su vino, ojito derecho, Pujanza Norte.
Pasaban las siete de la tarde cuando Carlos, desenfadado y humilde, como nunca, desgranaba uno a uno, con el corazón, los seis vinos que le han hecho famoso en el mundo del vino.
Empezó definiendo con exactitud, de forma clara y natural, el viñedo de donde procede el Pujanza Norte.
Los suelos calcáreos que le aportan ese matiz tan sutil, fácilmente distinguible, que es su mineralidad. Un fondo de tierra, de esa tierra riojana alavesa, que no todos pueden expresar. Suelos pobres que participan en la concentración y en la estructura final.
La altura de la finca, compañera esencial de la maduración, para bien o para mal, según las añadas.
Las variedades que conforman el coupage. Tempranillo en un ochenta por ciento, y otras. Explicando, al contrario de lo que se cree, que su tres por ciento de Viura es eficaz para fijar el color y conseguir la excelente capa de los vinos de esta bodega laguardiense.
Y sus técnicas vitivinícolas, fundamentadas en los principios de anteriores generaciones de viticultores. La paradoja de este vino de corte moderno.
“Podéis servir el primer vino”, así comienza uno de los capítulos inolvidables de mi vida.
Pujanza Norte 1999.
Un milagro hizo que hoy podamos disfrutar de él. Una helada a destiempo estuvo a punto de acabar con el primer grande de Pujanza.
El de menos capa del sexteto. Elegante, de potencia comedida pero con una intensidad extraordinaria. Muy serio. Graso, sabroso y bien estructurado.
(La cosecha del 2000 no salió. Después de un devastador pedrisco se intentó salvar lo insalvable y la botritis acabó con las pocas esperanzas depositadas)
Pujanza Norte 2001.
Un año casi perfecto. La cata de uvas confirmaba y alimentaba las ilusiones después del año en blanco.
De capa intensa, el ribete granate denota la buena evolución.
Elegante e intenso en aromas. Fondo mineral de tierra. Buena estructura, finos terciarios y madurez exquisita.
Pujanza Norte 2002.
Año frío, difícil en un viñedo que se encuentra a más de 650 metros de altura sobre el nivel del mar. Entra noviembre y las uvas colgando en la cepa. Otro milagro.
Primer año sin maloláctica en barrica pues, según la experiencia de Carlos, resta longevidad y carácter a sus vinos.
Buena capa y menos ribete. A pesar de todo, este Norte se muestra inmejorable. De nariz elegantísima, rezuma finura y potencia. La lógica acidez se traduce en una frescura y una amabilidad deliciosa. Fondo mineral. Madera fina de cedro y notas de mina de lápiz. Magnifico en boca, complejo y persistente.
Pujanza Norte 2003.
El año del calor.
Buena capa. Armónico, presentando gran intensidad en nariz y en boca. Mineral. Dulce en nariz pero conservando frescura. Asombroso. De la fruta roja señal de identidad del Pujanza pasamos a la fruta negra y fruta al licor. La evolución en copa muestra chocolates y cacaos. Y la guinda la ponen unas notas terpénicas, dulces, que aunque alguien apunta, acertadamente, a Sauternes a mi también me transportan a Italia, al Amarone. Tal vez sea pasión, pero ¿por qué no?
Este vino es un claro ejemplo de cómo sobrevivir en tiempos difíciles. Sabroso, expresivo y muy personal.
Pujanza Norte 2004.
El 29 de septiembre empezó a llover y estuvo tres días. Y no llovió a gusto de todos.
Este Pujanza se mantiene casi en estado latente. Parado, sin evolucionar, conservando una extraordinaria capa con un ribete que mantiene los matices violetas. Longevo y con una esperanza de vida magnifica. Un gran vino de guarda.
Balsámico, fresco, elegante e intenso. Potente con una finura ejemplar. Taninos amables pero presentes. Es un vino que ganará complejidad pero que quien quiera puede disfrutarlo en este momento. Y no se arrepentirá. Aunque sería bueno hacerse con unas botellas para comprobar su evolución. Bien valorado por la crítica ha demostrado y mostrado credenciales de fuera de serie.
Largura infinita, estructurado, con nervio y una clase superior. Galáctico.
Pujanza Norte 2005.
Una gran añada para quienes saben elaborar vino.
Aspecto juvenil. De color vivo, capa alta, ribete azulado y violeta. Atractivo.
En nariz rompe los esquemas. Potente, mineral, balsámico, intenso, marcando una finura poco común en un vino que parece esconder sus atributos para quienes tengamos la paciencia de esperar unos cuantos años. Uno de los grandes que nos alegrará la próxima década. Ganará complejidad.
Boca excepcional, taninos maduros, intensidad frutal y elegancia. Buena estructura y persistencia.
Toda la serie transmite buena salud. Bien equilibrados, elegantes, estructurados sin llegar a la pesadez, complejos, de taninos maduros y, por encima de todo, muy expresivos y diferentes dentro de la línea que me atrevo a definir como Línea Pujanza. ¿Dígame?
No hay mejor manera de valorar una bodega que catando sus vinos, todos sus vinos.
Vinos fuera de moda. Vinos con carácter. Vinos absolutamente identificados con su autor y con sus circunstancias personales y ambientales.
No son comerciales y no son aptos para todo el mundo, pero son vinos que hay que probar, al menos, una vez en la vida. Grandes de España.
La Guarda de Navarra comparte la felicidad de este magno acontecimiento con todos sus amigos.
¡La pena es no poder compartir otra vez los vinos!
Mi agradecimiento a Bodegas y Viñedos Pujanza, Luismix Vinos y Cella Vinarium por contribuir a la expansión de estos vinos en Navarra.
La fotografía de Carlos es de una cata promovida por el periodico La Rioja.
4 comentarios:
Muy buena descripción, la Guarda, y una sana envidia se pasea por mis entrañas porque este tipo de catas son las que te permiten, de verdad, aprehender el caracter de un vino y de un enólogo.
Se trata, por lo demás, de una de mis asignaturas pendientes y me anoto al carro del 2005, a ver si lo pillo por aquí...
Un saludo
Joan
Como me gustaría Joan que hubieras catado el sexteto. El 2005 aún debe ganar en complejidad aunque haya locos como yo que ya lo han probado varias veces.
De todas formas cuando quieras podemos visitar la bodega.
Saludos.
¡kaixo La Guarda! ¿Zer moduz?. Magnifico artículo éste de la cata, acorde con los vinos.¡ENHORABUENA!.
¡GRANDISIMOS VINOS! por cierto.
Por fín se ha podido comprobar, por si alguno lo dudaba, el verdadero potencial de los vinos de PUJANZA y de esa gran bodega. Que pena que mucha gente no lo quiera reconocer todavía....
QUE VAYAN TOMANDO NOTA.
ondo pasa!
Cuanta razón tienes anónimo. Tiempo al tiempo. Pero no me importa, cuantos menos seamos mejor. Tampoco hay para todos.
Hasta la próxima.
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