Por fin tengo veintitrés minutos para publicar un nuevo artículo en este, cada vez más olvidado, blog.
Como envidio a aquel que consigue día a día actualizar el suyo sin descuidar otras obligaciones o apartarse de otros placeres de la vida.
Para hoy guardo una botella que Javier Guzmán Aldazábal me recomendó allí por el mes de agosto y donó gustosamente a mi fundación, La Guarda de Navarra, destinada a recoger aquellos vinos que necesitan de un cariño desinteresado.
Como muchos sabréis Heredad Guzmán Aldazábal elabora sus vinos en el pueblo riojano alavés de Navaridas y les dota de un carácter tan peculiar que los convierten en presa de aficionados ávidos de emociones extraordinarias.
Guzmán Aldazábal Tempranillo Cosecha 2004.
Es el último vino que Javier se ha inventado. Tempranillo 100%. Es tan, tan,…que tiene curioso hasta el tapón sintético, de un color amoratado muy sui generis.
Temperatura de cata 14-15 grados.
A la vista se muestra joven, con un color cereza picota y ribete morado con reflejos azulados. Brillante. Lágrima densa, marcando un 13.5%.
Hasta aquí todo transcurre dentro de una normalidad aparente.
En nariz ya empieza a descolocar y a sorprender.
Soy capaz de apostar que quien lo cate a ciegas no dirá jamás, pero jamás, que esta bebiendo un tempranillo de la Rioja Alavesa.
Clarísimas notas de sobremaduración, entiendo que buscadas. Unos tostados muy bien acoplados al conjunto. Un fondo mineral muy atractivo. Matices florales y de regaliz. Notas metálicas, hierro oxidado. Cacao y torrefactos. Cierta frescura aunque se nota un vino calido, mediterráneo.
La boca sigue en la línea. Ataque dulce, buena frescura, calido, ligera tanicidad y astringencia, ciertos apuntes salados y un refinado amargor que prolonga su largura en el tiempo.
De cuerpo medio, su paso es amable a la vez que alegre. Al aumentar la temperatura marca alguna punta alcohólica.
La Guarda de Navarra enmarca este Tempranillo entre los vinos que hay que probar para romper estereotipos.
Al Gore y los de Green Peace deberían llevarlo en su campaña del recambio climático. Vino del futuro. Cuando en el 2050 el Mediterráneo bañe las costas riojano alavesas nuestro vino y nuestro paladar ya estarán adaptados al cambio. Y sin licorella.
¡Buen vino de exuberantes sensaciones!
Como envidio a aquel que consigue día a día actualizar el suyo sin descuidar otras obligaciones o apartarse de otros placeres de la vida.
Para hoy guardo una botella que Javier Guzmán Aldazábal me recomendó allí por el mes de agosto y donó gustosamente a mi fundación, La Guarda de Navarra, destinada a recoger aquellos vinos que necesitan de un cariño desinteresado.
Como muchos sabréis Heredad Guzmán Aldazábal elabora sus vinos en el pueblo riojano alavés de Navaridas y les dota de un carácter tan peculiar que los convierten en presa de aficionados ávidos de emociones extraordinarias.
Guzmán Aldazábal Tempranillo Cosecha 2004.
Es el último vino que Javier se ha inventado. Tempranillo 100%. Es tan, tan,…que tiene curioso hasta el tapón sintético, de un color amoratado muy sui generis.
Temperatura de cata 14-15 grados.
A la vista se muestra joven, con un color cereza picota y ribete morado con reflejos azulados. Brillante. Lágrima densa, marcando un 13.5%.
Hasta aquí todo transcurre dentro de una normalidad aparente.
En nariz ya empieza a descolocar y a sorprender.
Soy capaz de apostar que quien lo cate a ciegas no dirá jamás, pero jamás, que esta bebiendo un tempranillo de la Rioja Alavesa.
Clarísimas notas de sobremaduración, entiendo que buscadas. Unos tostados muy bien acoplados al conjunto. Un fondo mineral muy atractivo. Matices florales y de regaliz. Notas metálicas, hierro oxidado. Cacao y torrefactos. Cierta frescura aunque se nota un vino calido, mediterráneo.
La boca sigue en la línea. Ataque dulce, buena frescura, calido, ligera tanicidad y astringencia, ciertos apuntes salados y un refinado amargor que prolonga su largura en el tiempo.
De cuerpo medio, su paso es amable a la vez que alegre. Al aumentar la temperatura marca alguna punta alcohólica.
La Guarda de Navarra enmarca este Tempranillo entre los vinos que hay que probar para romper estereotipos.
Al Gore y los de Green Peace deberían llevarlo en su campaña del recambio climático. Vino del futuro. Cuando en el 2050 el Mediterráneo bañe las costas riojano alavesas nuestro vino y nuestro paladar ya estarán adaptados al cambio. Y sin licorella.
¡Buen vino de exuberantes sensaciones!
2 comentarios:
Puede que el vino sea genial pero poner un tapón sintetico a un vino del 2004.Craso herror que le traera problemas en corto periodo. Al tiempo.
Puede que si, puede que no. El tie,po dictará sentencia.
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