De Toledo al cielo, con permiso de la capital de España.
Resumo mi experiencia para no aburrir.
Viernes, después de Alimentaria, viajamos a la Ciudad Imperial a pasar el fin de semana. Se supone para descansar aunque los efectos colaterales, llámense agujetas, den a entender lo contrario.
Esa noche, especial, decidimos cenar en el restaurante Adolfo. ¿Que escribir sobre él que no se haya escrito? ¡Vaya carta de vinos! ¡Que servicio! ¡Menuda carta de platos!
Pero tiene mucho más. Javier, uno de los hijos de Adolfo, nos hizo sentirnos como en casa. Dos días, que digo, tres momentos sirvieron para descubrir la esencia de Adolfo reflejada en su hijo. Amor a sus padres y a su familia, plena dedicación a su trabajo y pasión por el vino.
Primer momento. Durante la cena impecable atención y una posterior charla, muy amena, que sirvió para encontrar muchos puntos en común.
Segundo momento. Al mediodía del sábado, junto al sumiller del restaurante, viví uno de los momentos más emocionantes desde que mi vida gira alrededor del vino. En unos calados toledanos, subterráneos, Adolfo adorna su restaurante y presume, con razón, de tener una de las bodegas mas completas del mundo. Dicen que de las cien mejores, ahí es nada.
Creo que no he hecho más fotos en mi vida, pero mi recuerdo nada tiene que ver con ellas.
Vinos de casi todos los lugares del mundo, de las marcas mas emblemáticas, de añadas históricas y, lo que es raro, conservando añadas diferentes de una misma referencia. Para muestra este botón. Es posible hacer una vertical de El Pisón. Entre otros.
¡Inolvidable! ¡Maravilloso!
Una bodega dedicada a Camilo José Cela en las cuevas de una casa judía del siglo IX. Espacio con dos aljibes del siglo XVI y una alcantarilla romana del I. Historia para dar y tomar. ¡Y beber!
Tercer momento. Por la tarde, concediéndonos su escaso tiempo de descanso entre comida y cena, Javier nos citó en el Cigarral de Santa Maria. Allí viven, trabajan y dedican al vino afecto y atención.
Elaboran el Pago del Ama, cuatro mil botellas de difícil adquisición. Merlot, Sirah, Cabernet Sauvignon y Cencibel son sus variedades. Monovarietales o en coupage.
Viñedo urbano, de los pocos del mundo, vino de la Ciudad de Toledo.
La bodega comenzó en el año 97 y la 2001 fue su primera añada, aunque en el 2003 decidieron no elaborar.
Directamente de la barrica probamos dos vinos que, si no recuerdo mal, fueron un Merlot del 2006 y el coupage del 2005, Merlot, Cabernet y Syrah.
Deliciosos y elegantes en nariz. Complejos en boca con un retronasal enorme. Sabrosos, minerales, amplios y con un extraordinario equilibrio entre frescura y dulzura. Magníficos. De potencia comedida, de largura extensa y matices marcados.
Pago de la Encina no pudo ser. En esa encina, a su sombra, el ama, la madre, reunía a quienes trabajaban el campo, los cuidaba y alimentaba en su regazo.
La madre, cariñosa, se funde con la madre tierra, bondadosa, y de ahí surge el Pago del Ama.
La Guarda de Navarra recomienda el restaurante Adolfo y, si es posible, conocer su bodega histórica. Y además aconseja, sin duda alguna, hacerse con una botella de su escasa producción. No es fácil pero, realmente, merece la pena.
Agradecemos a Javier toda su atención y toda su amabilidad. La ciudad de Toledo merece otra visita. Hemos quedado fascinados por su catedral, por sus calles y por su arte. Pero ha sido Javier quien nos ha motivado con su exquisito trato y con su especial, y esplendido, carácter a plantearnos un pronto regreso.
¡Gracias! Un verdadero lujo encontrarse gente así por el mundo.
Resumo mi experiencia para no aburrir.
Viernes, después de Alimentaria, viajamos a la Ciudad Imperial a pasar el fin de semana. Se supone para descansar aunque los efectos colaterales, llámense agujetas, den a entender lo contrario.
Esa noche, especial, decidimos cenar en el restaurante Adolfo. ¿Que escribir sobre él que no se haya escrito? ¡Vaya carta de vinos! ¡Que servicio! ¡Menuda carta de platos!
Pero tiene mucho más. Javier, uno de los hijos de Adolfo, nos hizo sentirnos como en casa. Dos días, que digo, tres momentos sirvieron para descubrir la esencia de Adolfo reflejada en su hijo. Amor a sus padres y a su familia, plena dedicación a su trabajo y pasión por el vino.
Primer momento. Durante la cena impecable atención y una posterior charla, muy amena, que sirvió para encontrar muchos puntos en común.
Segundo momento. Al mediodía del sábado, junto al sumiller del restaurante, viví uno de los momentos más emocionantes desde que mi vida gira alrededor del vino. En unos calados toledanos, subterráneos, Adolfo adorna su restaurante y presume, con razón, de tener una de las bodegas mas completas del mundo. Dicen que de las cien mejores, ahí es nada.
Creo que no he hecho más fotos en mi vida, pero mi recuerdo nada tiene que ver con ellas.
Vinos de casi todos los lugares del mundo, de las marcas mas emblemáticas, de añadas históricas y, lo que es raro, conservando añadas diferentes de una misma referencia. Para muestra este botón. Es posible hacer una vertical de El Pisón. Entre otros.
¡Inolvidable! ¡Maravilloso!
Una bodega dedicada a Camilo José Cela en las cuevas de una casa judía del siglo IX. Espacio con dos aljibes del siglo XVI y una alcantarilla romana del I. Historia para dar y tomar. ¡Y beber!
Tercer momento. Por la tarde, concediéndonos su escaso tiempo de descanso entre comida y cena, Javier nos citó en el Cigarral de Santa Maria. Allí viven, trabajan y dedican al vino afecto y atención.
Elaboran el Pago del Ama, cuatro mil botellas de difícil adquisición. Merlot, Sirah, Cabernet Sauvignon y Cencibel son sus variedades. Monovarietales o en coupage.
Viñedo urbano, de los pocos del mundo, vino de la Ciudad de Toledo.
La bodega comenzó en el año 97 y la 2001 fue su primera añada, aunque en el 2003 decidieron no elaborar.
Directamente de la barrica probamos dos vinos que, si no recuerdo mal, fueron un Merlot del 2006 y el coupage del 2005, Merlot, Cabernet y Syrah.
Deliciosos y elegantes en nariz. Complejos en boca con un retronasal enorme. Sabrosos, minerales, amplios y con un extraordinario equilibrio entre frescura y dulzura. Magníficos. De potencia comedida, de largura extensa y matices marcados.
Pago de la Encina no pudo ser. En esa encina, a su sombra, el ama, la madre, reunía a quienes trabajaban el campo, los cuidaba y alimentaba en su regazo.
La madre, cariñosa, se funde con la madre tierra, bondadosa, y de ahí surge el Pago del Ama.
La Guarda de Navarra recomienda el restaurante Adolfo y, si es posible, conocer su bodega histórica. Y además aconseja, sin duda alguna, hacerse con una botella de su escasa producción. No es fácil pero, realmente, merece la pena.
Agradecemos a Javier toda su atención y toda su amabilidad. La ciudad de Toledo merece otra visita. Hemos quedado fascinados por su catedral, por sus calles y por su arte. Pero ha sido Javier quien nos ha motivado con su exquisito trato y con su especial, y esplendido, carácter a plantearnos un pronto regreso.
¡Gracias! Un verdadero lujo encontrarse gente así por el mundo.
Este video de Youtube sirve para acercarnos al restaurante Adolfo y su bodega.
Espero y deseo que os guste.
2 comentarios:
Extensísima bodega. Recuerdo que la última vez que estuve en Toledo traté de comer en Adolfo pero por no recuerdo qué circunstancia, no me fue posible. Sigue en la lista de deberes.
Saludos,
Sobre Vino
www.sobrevino.com
intentaló no te arrepentirás. Y si puedes visitar la bodega el placer es infinito.
Saludos y bienvenido.
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