martes, julio 03, 2007

Y San Pedro abrió las puertas del Cielo.

Cuando San Pedro abrió las puertas del cielo me encontré con muchos ángeles. Estuve con apóstoles trasmisores de epístolas vínicas, fariseos y demás familia.
Nueve, diez con el extra, fueron las razones para hacernos disfrutar la tarde del pasado viernes, 29 de junio, festividad de San Pedro en Laguardia.
Carlos San Pedro nos convocó a las 18.00h en la bodega de su propiedad, Bodegas y Viñedos Pujanza, y allí nos congregamos en torno a una mesa con más de doscientas tintineantes y brillantes copas.
Empezamos degustando una exclusiva y desconocida botella del nuevo Terrán de Vallobera 2005. Novecientas botellas de un tempranillo para presentarlo antes de finalizar el año. Opera Prima de Javier San Pedro Ortega que afianza y confirma el futuro de las nuevas generaciones.
Un buen vino al que le vendrán bien estos meses de reposo hasta su puesta de largo, pero que ya apunta maneras de campeón.
Gran intensidad en color y aromas. Fresco y dulce en nariz, donde aparecen ricos tostados. También fresco y amplio en boca, con cuerpo y largura. Taninos por pulir, pero ya tendrá tiempo pues tiene futuro por delante. Un vino para seguir de cerca.
Con la boca preparada, y la nariz desperezada, dimos rienda suelta a nuestros sentidos.
Nueve botellas, todas tapadas, enfundadas en negro, se fueron sirviendo y catando “desconociendo” su naturaleza y procedencia, aunque ya sabíamos que nos enfrentábamos a tres vinos franceses, tres riberas y tres riojanos.
Para mí fue un juego divertido. Para otros, sabios conocedores de lo que había en cada copa, todo se redujo a una confirmación de los grandes vinos que eran y a comprobar su evolución de una añada de grandes expectativas. La 2004.
Sin duda alguna, a nadie se le escapa que esas botellas podían habernos esperado unos cuantos años más, pero el juego es el juego y la comparativa en eso consistía.
Os voy a presentar a los nueve fantásticos, adjuntando la puntuación que yo les di - valiente osadía- y la puntuación media de los veinte o veintidós allí reunidos.
El orden elegido de cata, para charlar amigablemente con ellos:

1- Aurus 2004. 95 puntos. Media: 95
Finca Allende. Precio aprox. 110€. Fresco, floral, fino y elegante. Extraordinario.
2- Pesus 2004. 93 puntos. Media: 96
Bodega Hermanos Sastre. Precio aprox. 290€. Potente, con carácter, y complejo. Inolvidable.
3- Mauro Terreus 2004. 94 puntos. Media: 96
Bodegas Mauro. Precio aprox. 90€. Poderoso, sabroso, con raza y linaje. Fabuloso.
4- Chateau Margaux 2004. 90 puntos. Media: 93
Chateau Margaux. Precio aprox. 425€. Elegante, amplio, amable y muy complejo. Maravilloso.
5- Pisón 2004. 99 puntos. Media: 98
Bodegas Artadi. Precio aprox. 300€. Redondo, aterciopelado y potente, graso, amplio y muy largo. Increíble.
6- Malleolus de Valderramiro 2004. 98 puntos. Media: 95
Bodegas Emilio Moro. Precio aprox. 80€. Nariz franca, sabroso y largo. Enorme.
7- Pujanza Norte 2004. 93 puntos. Media: 96
Bodegas y Viñedos Pujanza. Precio aprox. 42€. Aromático, amplio, de excelente guarda. Fantástico.
8- Chateau Angelus 2004. 99 puntos. Media: 96
Chateau Angelus. Precio aprox. 190€. Elegancia y complejidad para regalar. Equilibrado. Excelente.
9- Chateau Latour 2004. 94 puntos. Media: 96
Chateau Latour. Precio aprox. 350€. Expresivo, amplio, largísimo y con mucha distinción. Grandísimo.

La evolución de los vinos en la copa me dejó maravillado y el Margaux en especial, pues a las cuatro horas se expreso en todo su esplendor haciéndome olvidar el horrible y excesivamente predominante fondo animal, característico, pero que enmascaraba todas las virtudes de un gran vino.
Los tres vinos franceses, como siempre, me dejaron un sinfín de sensaciones imposibles de plasmar por escrito. Me tacharíais de exagerado.
Los Riojas confirmaron lo obvio. A pesar de algunos que pretenden, y ansían, el retorno de la madera yo me quedo con el sabor a vino, con la riqueza de matices aromáticos y con un equilibrio ejemplar.
Y los Riberas dejaron patente su calidad, su potencia y la excelente elección y selección de los tostados para la crianza. Vinos balsámicos, amplios, sabrosos y sobre todo armónicos.
Que más decir que no os imaginéis.
Luego nos fuimos de fiesta donde la exaltación de la amistad fue la tónica imperante. El amanecer me regaló nuevos amigos, brindamos con soberbios vinos, y ahora solo queda seguir cultivándolos esperando la reunión del año que viene.

La Guarda de Navarra desea leer en Planeta Vino la crónica pormenorizada de lo sucedido, donde además de los vinos quienes los cataron le daban categoría e importancia al evento.
¡Experiencia para compartir muchas veces!

4 comentarios:

IGLegorburu dijo...

Buena sesión os metistéis. Jovencitos jovencitos. Estoy pensando en cómo asaltar los armarios que en su día me enseñó Carlos... :-)

Un saludo

La Guarda de Navarra dijo...

No lo pienses, yo te lo digo y compartimos el botín.
Un saludo laguardiense.

JL dijo...

Vaya, yo estuve en esa cata. Lástima no habernos puesto cara de carne y hueso ya que nos hemos cruzado en algún blog. Ni siquiera sé si charlamos de algo durante la cata. Yo no me pude quedar al jolgorio posterior, con gran pena, pues vi qué botellas iban para allá...
Te envio al email de tu perfil una fotillo que hice ese día.
Un abrazo

La Guarda de Navarra dijo...

Estoy seguro de que si charlamos en la cata pues fuimos de los primeros en llegar.
Fue una pena no haber podido compartir la cena y la posterior juerga, pero ,espero, haya otras ocasiones.
Un saludo.