jueves, marzo 29, 2007

Pago del Vicario Petit Verdot Rosado 2006



Como estaba previsto ni un mes me ha durado la botella en casa. Después de haberlo catado con Luismix and Company me dejo tan grato recuerdo que cada vez que lo veía en el botellero, arrodillado, suplicándome paciencia hasta el verano, más me motivaba a un descorche inminente.
Le busqué una razón para acabar con él en forma de plato de cocina italiana.
Después de leer el blog de La Zuccheriera y encontrar una receta con pasta que desató mi apetito mas voraz sabía que los días del Petit Verdot estaban contados.
Me cociné una Pasta Primavera y lo decapité por la capsula. Saqué el corcho con cuidado y toda la cocina se lleno de aromas frutales y florales. Lilas, violetas, moras, fresas, café y notas balsámicas inundaron mi hogar.
La sabrosura de las hélices acompañadas de la tostada verdura congeniaba a la perfección con la frescura y la amplitud de este vino.
Goloso, alegre y fresco. El color vivo de la cereza azulada y la intensidad de la nariz me embriagó de tal manera que estuve jugando con una sola copa durante largo rato. Luego vendría otro trago, y otro, y otro, hasta darme cuenta que comer espirales produce mareos, sopor y algo de somnolencia. No comáis mucha pasta de esa si tenéis que conducir, os lo aconsejo, de corazón. Para conducir cómodos, mejor los tiburones.
Es un vino con cuerpo, largo y muy simpático.
Ya lo recomendé una vez y ahora, La Guarda de Navarra, se repite en la sugerencia.
Si lo encontráis en alguna vinoteca, no tengáis piedad, agarradlo fuerte por el cuello, aunque no medie provocación y, sin temor a perder los papeles, llevároslo a casa y disfrutadlo como si fuera el último vino de vuestras vidas.
¡Ándale, ándale! ¡Arriba, arriba!

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