La planta de la vid es conocida como vitis vinífera. En su origen crecía silvestre y de todas las especies se adaptó esta para la vinificación.
Es una planta trepadora (tiene zarcillos) que podría crecer varios metros si no se fuera controlando su tamaño podándola todos los años.
Después de un desarrollo inicial de 3-4 años donde no suele producir flores ni, por tanto, frutos, vendrá una actividad normal que traerá cosechas anuales durante muchos años. Hay plantas centenarias aunque lo normal es más o menos 50 años.
Veamos por encima los cuidados de la vid.
Comenzamos en invierno cuando encontramos a la cepa en reposo desde noviembre. En enero se realiza la poda que controla y programa el desarrollo de la planta. Es una labor delicada e importante pues de ella depende la producción, calidad y cantidad.
En marzo con el aumento de la temperatura comienza la actividad que vemos reflejada en el lloro de la vid, que es la salida al exterior de líquido por los cortes producidos en la poda.
Hacia el mes de abril se inicia la brotación, donde las yemas se hinchan apareciendo unas pequeñas hojitas, que crecerán deprisa. Una helada por estas fechas puede dar al traste con la cosecha
Por mayo tiene lugar la floración. Unos racimillos de flores se fecundan y dan lugar a unos granos verdes, ácidos y pequeños. Si este proceso no es correcto y uniforme se produce el corrimiento de la flor. Hay que controlar el desarrollo de la parra para orientar que los nutrientes vayan al fruto. También para favorecer la insolación. Nosotros llamamos desnietar y espergurar. El primero es quitar unas ramitas que nacen en los sarmientos entre hoja y racimo. Lo segundo es eliminar las hojas y ramitas estériles que salen en el tronco y las ramas.
También se suele despuntar para controlar el excesivo follaje, el crecimiento en altura y evitar riesgos con el viento.
En junio y julio la cepa alcanza la madurez fisiológica. La parra es tupida y los granos van a pasar de verdes a rosados si es variedad tinta o a amarillento si es blanca. Se llama el envero. La acidez disminuye y se empieza a acumular azúcar.
En septiembre los granos son muy dulces y la piel es mas blanda. Estamos en la fase de maduración, cuya identificación exacta será crucial para la vendimia.
En octubre se cortará la uva buscando el momento justo de máxima calidad, mejor estado de maduración.
Además de los cuidados hay que aplicar algún tratamiento para impedir problemas.
Por ejemplo azufrar y sulfatar para evitar epidemias y hongos (oidio y mildiu). Uso de insecticidas para acabar con plagas molestas. Sistemas de espantado de pájaros. Aunque si se quiere hacer un cultivo ecológico solo les daremos cariño.
Mientras las plantas sean jóvenes los dos primeros años seria bueno colocarles una guía para dirigirles y afianzar su crecimiento.
Creo que con esto es suficiente para tener unos conocimientos básicos. De todas formas para más información hay libros y tratados muy completos que resolverán todas las dudas.
Distribuye en Navarra los vinos de Gallico, Pujanza, La Rodetta, Medrano Irazu, Bodegas Menade, Mustiguillo-Mestizaje, Costers del Priorat, Ferratus, Do Ferreiro, Rafael Palacios-As Sortes, Cillar de Silos, Emilio Hidalgo, Cuvee3000 (Champagne Billecart) y otros vinos que le gustan. correo:jrlaguardia@ono.com
martes, mayo 30, 2006
jueves, mayo 25, 2006
Omar Khayyam, poeta del vino
Dos muestras de cultura literaria para amenizar el blog, carente, hasta hoy, en este aspecto.
El autor es Omar Khayyam. Según la pagina donde os remito, Omar Ibn Ibrahim Khayyam nació en Nichapur, Persia, hacia el año 1040 de la era cristiana, y vivió cerca de ochenta años.Libertino, sibarita, ácido, místico y profeta, estudió Matemáticas y Astronomía, reformó el calendario musulmán, cultivó el Derecho y las Ciencias Naturales, pero todo le resultó insuficiente a la hora de resolver el misterio del Universo, las pasiones humanas y la existencia misma.Se destacó en el plano de las letras por sus famosas «Rubaiyat», que constituyen una alabanza al brindis, una enorme plegaria fragmentada en estrofas que remiten a la celebración del vino y del goce del instante frente a la finitud de la vida.
Las siguientes tres líneas las encontrareis como frase celebre dedicada al vino en cualquiera de los múltiples apartados de internet dedicados al respecto.
Si los amantes del vino
y del amor van al infierno...,
vacío debe estar el paraíso.
Ahora os regalo una de sus Rubaiyat, o poesías persas. Muy relacionada, por cierto, con el origen, la esencia y el fin de este blog y de La Guarda de Navarra.
¿Porque vendes tú vino mercader? ¿Que pueden darte a cambio de tu vino? ¿Dinero? ¿Poder? ¿Pues no eres el dueño del mundo cuando tienes en tus manos una copa? ¿Riqueza? ¿Hay alguien más rico que tú, que en tu copa tienes oro, rubíes, perlas y sueños? ¿Amor? ¿No sientes arder la sangre en tus venas cuando la copa besa tus labios? ¿No son los besos del vino tan dulces como los más ardorosos de la hurí? Pues si todo lo tienes en el vino, dime mercader, ¿porque lo vendes?
Poeta, porque haciendo llegar a todos mi vino, doy poder, riquezas, sueños y amor; porque cuando estrechas en tus brazos a la amada me recuerdas; porque cuando quieres desear felicidad al amigo, levantas tu copa; porque Dios cuando bendijo el agua la trasformo en vino, y porque cuando bendijo el vino se trasformó en sangre... Si te ofrezco mi vino...
Poeta, no me llames mercader!!!
Pues eso, si yo comparto mis vinos, te doy placer, alegría y paz en muchos momentos, felicidad, conocimiento, amistad y nuevas experiencias, no me llames mercader!!!.
miércoles, mayo 24, 2006
Catarvino.com pagina recomendada.
Como una abeja, he ido de blog en blog hasta llegar a esta página: http.//www.catarvino.com/
Muy recomendable para todos, instructiva y amena.
Temas interesantes, básicos y fáciles para quienes se inician en este mundo.
El autor de la página, Mikel Garaizabal, estuvo en la Escuela de Enología y Viticultura de Laguardia cultivando más, si cabe, su cultura sobre el vino.
Repito, si podéis, pinchar en el enlace de la página y veréis como no defrauda.
martes, mayo 23, 2006
Fantasía enológica.
Serían alrededor de las nueve de la mañana de una templada mañana de mayo. La vi cruzando por la Plaza de la Cruz, en Pamplona, junto al estanque. Caminaba con prisa delante de mí. Su melena, larga y morena, se movía cadenciosamente al ritmo de su marcha. Una inmaculada camisa blanca y pantalón negro, ceñido, de corte andaluz. Zapatos negros, cómodos, que me impedían alcanzarla para ver su cara, hasta el momento intuida. La imaginé guapa.
Bullicio, gentío, música y un nauseabundo olor a champán sobre camisetas húmedas y amarillentas.
Allí apareció de nuevo, otra vez de blanco, en la Plaza del Castillo de la capital navarra, al mediodía de un seis de julio.
Ni me acordaba de ella. El calor apretaba y se estaba atando el pelo con un pañuelo rojo. Una camiseta de tirantes muy ajustada contrastaba con su piel morena. Se le adivinaba la respiración. Si, realmente, era muy guapa.
La brisa del mar desordenaba las páginas del periódico y unas gotas de espuma impedían, ya, la lectura de algunas letras. Apartando la vista del mapa del tiempo observé que una mujer joven, con cuerpo danone y hermosa figura se disponía a dar el primer baño del día en la playa de Hendaya. El sol me cegaba, ajuste mis gafas y me acomodé a disfrutar del horizonte, salpicado de pequeños barcos. Una sirena, pensé. Hasta ese momento dudaba que existieran. El mar, poco a poco, la fue trayendo cerca de donde me encontraba. Era ella. Más morena que en fiestas. Sus ojos claros, llenos de vida, brillaron cuando se encontraron con los míos. Tenía la piel erizada, supuse por la fría salida del agua. Soñé con sus salados labios carnosos y con su preciosa nariz.
Las hojas cayendo suavemente confirmaban el otoño en el Paseo del Prado de Madrid. Colgué mi mochila al hombro izquierdo y pasé al interior del museo Thyssen-Bornemisza. Tenía enfrente un Renoir,- Mujer con Sombrilla en un Jardín-, y me encontraba paralizado por su luz y el color. Alguien rozó, al pasar, mi espalda. Me giré ante tal atropello y desconcentración. Allí estaba, agachada recogiendo los folletos del museo esparcidos por el suelo. Me reconoció y dibujó una leve sonrisa en su cara. Se disculpó, y movidos por un impulso adolescente paseamos, de la mano, delante de todos los cuadros, sin mirarlos.
Salimos a la calle, queríamos empezar una velada inolvidable cenando en un buen restaurante. Ayudaría a conocernos algo antes de rematar nuestra aventura en la suite del hotel Urban Grand Luxe. De diseño moderno y con habitaciones insonorizadas, sería el lugar perfecto para sudar los gintonics del Glass Bar.
Por la calle de Alcalá nos dirigimos hasta el restaurante La Terraza del Casino. Nos sentamos uno frente al otro, una vela ardía en el centro del redondo mantel. Entre columnas, altos techos y amplias cristaleras, estábamos dispuestos a celebrar nuestro encuentro. Cada detalle del salón, cada gesto corporal, desembocaba en la explosión hormonal final.
Con la carta en la mano, pedimos un menú ligero que no provocara una somnolencia anticipada. Eso si, decidí sorprenderla con un gran vino. Nuestro vino, el que sellara el amor prohibido que nacía aquella noche y fuera combustible de nuestra pasión. Un vino de Laguardia, que diera empaque al inevitable lance, pero…
Lastima, no le gustaba el vino.
lunes, mayo 22, 2006
XXXII Día del Gaitero en Laguardia
Fin de semana de Gaiteros en Laguardia.
Dulzaineros de buena parte del territorio nacional, donde se cultiva esta música profunda y tradicional, se citaron como cada año, y van treinta y dos, en este día del mes de mayo.
Durante dos jornadas incansables gaita y tambor hicieron temblar los cimientos del pueblo y llenaron las calles de melodías, y visitantes, que vinieron atendiendo al reclamo festivo y al magnifico espectáculo.
El de la Dulzaina es el sonido que mejor refleja el sentir de nuestra tierra, el ritmo de sus gentes y la belleza del paisaje.
Junto con la jota, es el eco de la Rioja Alavesa. La voz del corazón del riojano alavés se traduce en notas musicales que joteros y gaiteros se encargan de propagar y perpetuar.
Esta música es para nosotros elemento diferenciador y nexo de unión con otras culturas cercanas.
Durante el fin de semana se vivieron momentos extraordinarios. El sábado callejeando, los grupos participantes animaron desde el atardecer hasta la madrugada a quienes les seguían. Cada punto del pueblo fue un escenario improvisado de melodías y sones variados.
El domingo temprano, las dianas. No conozco mejor forma de despertar y comenzar un nuevo día. Y al que le moleste, ajo y agua.
Luego actuaciones en la Plaza Mayor hasta llegar al clímax musical. Fusión de gaitas con los instrumentos de la Banda Municipal de Laguardia. Unas cuantas piezas que arrancaron aplausos espontáneos y que hicieron bailar a muchos de los presentes. Sencillamente insuperable.
Por cierto, con la música de fondo y con motivo del 125º aniversario de esta Agrupacion Musical, se repartieron unas copas conmemorativas regadas con buen vino de la Rioja Alavesa.
Hasta el próximo año.
Desde el mentidero de la corte
Se dice, y se comenta, que el gallinero está tan revuelto que alguna zorra debe andar merodeando por ahí.
Los agricultores de la UE están descontentos por que la comisaria europea Mariann Fischer Boel les ha ninguneado en la reforma de la Organización de Mercado del vino.
El Gobierno de La Rioja ha dicho que la UE debe de tener un rigor extra en el control de las plantaciones de viñedo, como ellos lo han estado haciendo siempre. Haciendo prevalecer la calidad frente a la cantidad.
La misma comisaria de antes se destapa con unas declaraciones apostando por un arranque masivo de viñedo en Europa con el fin de controlar y reestructurar el mercado vinícola.
Nuestra espinosa ministra quiere que seamos siguiendo lideres en superficie plantada de viñedo y en facturación vinícola.
Por otra parte, la CE quiere que se liberalicen las plantaciones de vid y que sea cada país quien lo gestione particularmente.
Si alguien entiende lo que esta pasando, tiene abierto el blog para explicarlo.
Solicito ayuda antes de que sea demasiado tarde.
sábado, mayo 20, 2006
Laguardia y sus Puertas
Son cinco puertas, las de Laguardia, y cada una tiene un morador y guardián.
Al nordeste la puerta de Santa Engracia con San Antonio bajo su arco. Conforta y produce esperanza el paso por esta puerta. La imagen del enorme castaño calma el espíritu del viajero y un banco de piedra agradece con su frescura a quien en él descansa en épocas de canícula, como bien decía el señor Ángel, mi abuelo.
Por el este, la de Carnicerías cuya Virgen del Carmen, como Estrella del Mar, dirige nuestro rumbo en el inmenso océano de la vida. Los geranios perfumados, un ambiente sombrío y acogedor, con un pasaje bajo el ayuntamiento antiguo que permite llegar al centro de todos los laguardienses, la Plaza Mayor, símbolo de fraternidad y convivencia.
En el sureste, la de San Juan con el santo de mismo nombre. Alegoría del principio y el fin. Patrono del pueblo al comienzo del verano y donde acudimos, con música y fuegos de artificio a despedir agosto. La puerta más alta y la única que admite el tráfico no peatonal. Espacio natural donde anidan las cigüeñas, revolotean las palomas, y en las acacias, anidan y trinan los jilgueros.
En el sur, es la puerta del Mercadal la que abre el muro y la Virgen de la Inmaculada quien la guarda. Cerca la Rachuela, el barrio de la Judería. Es la menos transitada pero la más vecinal. El paseo de la Barbacana refugia a quienes buscan los beneficios del sol y el abrigo del norte.
Por ultimo, al oeste la puerta de Paganos habitada por un Cristo de bella imagen y unas abejas que eligieron vivir cerca de Él para nutrirle de dulce miel y no vinagre. Portal luminoso y ventoso, confluencia de los paseos de Los Sietes y El Collado, y balcón privilegiado al mar de viñas.
Cuando un laguardiense deja su pueblo no tiene que abrirlas, tampoco cerrarlas. Siente la pena del adiós, solamente una mirada a la hornacina bastará para alegrarle el corazón. Podría persignarse, pero no está de moda. Mueve los labios pidiendo que le reciban y permanezcan abiertas cuando regrese. Se queda sin la protección de calles y muralla, sale extramuros. Vaya donde vaya anhelará un pronto regreso.
A la vuelta, al divisar Laguardia, la emoción empequeñece el alma y un nudo doble, marinero, de garganta y estomago, aprieta. Ascender por las empinadas cuestas redobla en el pecho. Pero entrar por cada puerta reposa el animo, sientes felicidad y sosiego, el retorno al regazo maternal.
Fueron respiraderos del pueblo durante muchas vendimias y a través de ellas compartimos con el mundo nuestro aroma a vino.
Laguardia, con su origen militar y defensivo, protegía sus murallas y vigilaba los accesos por estos portones.
Puertas de entrada y de salida, siempre abiertas. Que jamás se cierren.
Puertas que, por los siglos, dejen salir.
miércoles, mayo 17, 2006
lunes, mayo 15, 2006
Turismo Enológico en Saint Emilion
Durante el fin de semana elegido para ir a Saint Emilion la mayoría de las bodegas abría sus puertas al público. Con mucho éxito, por cierto, a tenor de las noticias leídas a posteriori. Las grandes e internacionalmente conocidas no participaban de este magno acontecimiento, ellas se lo perdieron, y nosotros también.
Las carreteras y caminos que unen entre sí los pueblos y los chateaux se llenaron de señales que dirigían a cada explotación vinícola. Fue bastante engorroso moverse por esos laberintos bien asfaltados. Eran tantas las bodegas y las señales estaban tan juntas, que si no tenías claro tu destino acabas en el chateau del vecino. Nos encontramos gente de todo el mundo que hacía la ruta a su manera. Unos andando, otros en bicicleta, en coche, organizadamente en autobús, pero todos con un plano para localizar el objetivo sin error.
Visitamos dos bodegas, casi de milagro, dos Grands Crus. La primera en Saint Emilion, al norte, Clos Trimoulet, y la segunda en Puisseguin, Chateau Bel-Air, no el Premier Grand Cru Classe. Había varios con el mismo nombre y con suerte dimos con este. Nos vino muy bien pues recorrimos parte de la región de chateau en chateau conociendo el paisaje y disfrutando de la amabilidad de los paisanos. Cada propiedad tiene su encanto, todas en general cuentan con varios edificios, unos para elaboración y crianza, y otros para vivienda. Tienen estilo propio, aunque la base de construcción en piedra y el tejado característico coronando una torre es lo más habitual.
En Clos Trimoulet, su propietario, de apellido Apollot, nos mostró amablemente todas las instalaciones en un perfecto francés. Gracias que el vino se hace igual allí que aquí, pues siguiendo con interés la explicación se podía entender, no sin dificultad.
Es una propiedad exclusivamente familiar, cinco generaciones desde 1888, conjugando técnicas modernas con las más tradicionales.
Para finalizar la visita nos obsequió con la cata de una serie de vinos de diferentes marcas, zonas y añadas. Me extraño que solo mostrara a partir de la 2002 y por eso le pregunte donde estaban las anteriores. Su respuesta escueta y una sonrisa maliciosa fueron suficientes para satisfacer mi curiosidad:-Esas me las guardo para mí-.
Probamos dos tipos de vinos, uno procedente de sus parcelas en Montagne-Saint Emilion, un Chateau Chevalier Saint Georges, y un Grand Cru de Saint Emilion, Clos Trimoulet.
Después de degustar sus caldos le pedimos que nos hiciera una fotografía para inmortalizar el momento y nos despedimos del simpático bodeguero, y de su hija, no sin antes hacernos con unas botellas del último vino catado, el Clos Trimoulet 2002.
Como cada diez años el consejo de Saint Emilion decide que bodegas pertenecen a cada categoría, quizás hemos hecho una gran inversión. ¡Suerte Apollot!
Seleccionamos otro nuevo destino. Sin prisa y lógicamente confundiendo una bodega con otra, volvimos a confiar en las señales de los caminos, lanzando al asiento de atrás del coche, el plano facilitado por la oficina de turismo. Plano, por cierto, entregado con todo el cariño del mundo pero con una calidad de impresión tan baja que nos volvió locos repetidas veces. Así llegamos a un Chateau Bel-Air, el de Puisseguin.
Precioso por fuera, muy cuidado, con todo detalle en flores, piedras de fachada, plantas trepadoras, elementos decorativos de antigua usanza. Por dentro mas funcional, sin lujos.
Los anfitriones muy simpáticos, uno de los hermanos Adoue y esposa, mas curtidos en el marketing directo o mercadeo, fueron al grano. Un poquito de español por aquí, un poco de paté casero por allá- vendían productos elaborados por ellos-, unos cuantos vinos para catar y el ultimo que te sacan, el mejor para visitas como la nuestra, es el que acabas comprando. Un Bacchus Chateau Bel-Air Grand Cru 2004. Llevábamos un folleto con los datos de la bodegas participantes donde venían tres preguntas que era necesario responder correctamente para optar a un premio de no se cuantas botellas de vino. La señora cariñosamente nos sello confirmando la visita a su casa e incluso lo rellenó con las respuestas. Nuestra conciencia no permitió ese fraude y no remitimos la solución. Bueno, por eso, y por que no sabíamos donde y como hacerlo.
Exprimiendo el tiempo, ya el día anterior, atendiendo a un buen reclamo en una calle de Saint Emilion -Caves, ouvert- entramos a una cuevas subterráneas del pueblo (como en Laguardia). Estaban perfectamente conservadas. Excavadas en piedra disponían de botelleros y espacios para las barricas. Inmejorable lugar para una crianza natural, el complemento perfecto para el reposo del vino. En la planta baja, después de un amplio zaguán, las dueñas se desvivían por los visitantes, que subían de la bodega, haciéndoles degustar una copa tras otra. Forma directa de vender vino. Descorcho, pruebas y compras. Así de sencillo.
También visitamos la unión de productores de Saint Emilion, una especie de cooperativa. Modernas instalaciones para la elaboración de buenos caldos, y sobre todo, una zona de venta de vino que no envidiaba a la mejor vinoteca del pueblo. Grande y bien surtida presentaba ofertas de vinos nuevos, vinos premiados, vinos de promoción, estuches variados, venta por cajas. Los carritos de compra se atascaban a la hora de pagar y de girar por el angosto pasillo.
Para finalizar el tour por los viñedos teniendo en cuenta que los grandes chateaux, estos días festivos, se mantienen cerrados a cal y canto, decidimos fotografiar los exteriores de maravillas como Chateau Angelus, Chateau Ausone, Chateau Bel Air, Chateau Canon o Chateau Cheval Blanc, entre otros. Allí entre sus cepas pude presumir de respirar el aire y de pisar el suelo que nutrirán a vinos tan selectos.
Todo el tiempo te puedes pasar viendo, hablando y pensando sobre vino.
Para cargar pilas, descansar y recuperar energías voy a recomendar varios restaurantes de los muchos que hay.
En primer lugar por categoría y por estar siempre lleno, el restaurante de la Hostellerie de Plaisance.
Por su trato a pesar de su duda inicial, Le Tertre. Tranquilo y confortable. Como anécdota para tener en cuenta la visita a las terrazas de las plazas, el vino de la cena en este restaurante un Chateau Rozier del 2000 nos costo alrededor de 30€. El mismo vino en la terraza dos horas antes 45€.
Por último y para desconectar del mundo, una pequeña pizzería Chez Djilali.
Varios días de comida francesa saturan papilas y estomago. En Saint Emilion un precio increíble, pizzas a 8-9€, y como dicen allí, las mejores de toda la región.
Buen pueblo Saint Emilion, como el vino. La compañía y la meteorología hicieron el resto.
Tres días necesarios para quienes amamos el vino. De aquí al Medoc, en un futuro cercano, siguiendo la ruta de los Grandes Chateaux.
VII Salón de los Mejores Vinos de España
El 24 de abril en Madrid, se celebró el VII Salón de los Mejores Vinos de España (pincha en el enlace y verás la lista completa).
Fueron 31 los caldos seleccionados por los 70 miembros del jurado, compuesto por enólogos, sumilleres, periodistas, enotecas, críticos y restauradores.
Entre ellos encontramos el PUJANZA NORTE 2003, de Bodegas y Viñedos Pujanza.
Se confirma, una vez mas, la extraordinaria calidad de los vinos de esta bodega y su posicionamiento firme dentro de las mejores firmas del país.
Es interesante este tipo de reuniones por la cantidad de datos que aportan sobre la salud del mercado del vino.
Cabe destacar que 6 bodegas de las 31 proceden de la Rioja Alavesa, mas 2 que tienen origen riojano.
Conclusión, el 25% de las elegidas son bodegas de la Denominación de Origen Calificada Rioja. El 75%, por tanto, pertenecientes a la comarca de la RIOJA ALAVESA.
En cuanto al total, el jurado prefiere vinos de nuestra comarca en casi un 20%.
Para todos aquellos que quieran degustar vinos de calidad, elegantes, complejos, de una modernidad bien entendida y sobre todo VINOS, nunca deben olvidar esta zona del mapa vitivinícola español.
viernes, mayo 12, 2006
Nos quitan la Licenciatura de Enología
Muchas veces creo que este gobierno no sabe bien donde va y donde nos lleva.
Sin meternos en problemas de estado, donde en su día tambien tendrán que dar explicaciones y asumir responsabilidades, quiero utilizar este blog para mostrar mi apoyo a todos aquellos que se postulan a favor de mantener la licenciatura de Enología dentro la reforma de la LOU (ley orgánica de universidades).
Ya sabemos que el presidente Zapatero esta muy ocupado con su Alianza de las Civilizaciones y otras cuestiones menos idílicas para el conjunto de los españoles, pero, al menos, algo de tiempo e interés de sus ministros podría dedicar a todo lo relativo con la educación.
Si ya fue un clamor el rechazo a la LOE, aunque ni se inmutó, ahora también parece que la LOU le va a dar algún disgustillo, espero sin importancia.
El pasado 14 de marzo, el Ministerio de Educación publicaba el cuarto borrador del nuevo catalogo de titulaciones en el que ENOLOGIA no aparece ni como estudios de grado ni postgrado.
Queda una puerta abierta a la esperanza después del nombramiento de la nueva ministra Mercedes Cabrera, pero no nos hagamos ilusiones.
Espero que no tenga nada que ver el también recién estrenado Ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, en su defensa a la titulación, que me dicen, el mismo obtuvo, de Licenciado en Ciencias Químicas y Bioquímica.
Rechacemos la abolición de esta licenciatura y apoyemos al actual Gobierno de España a la implantación de la Educación Cívica en las escuelas. Asignatura inservible, tal y como la orientan, pero aplicable, sin duda, a todo el gabinete ministerial.
jueves, mayo 11, 2006
El fenomeno [yellow tail].
Después de leer el artículo "Buscando al Yellow Tail español", de la revista Todovino, publicado por Amaya Cervera el pasado 3 de mayo, sobre un vino australiano, me lancé a su búsqueda y captura.
Para resumirlo, aunque os marco el enlace (link), trata de una bodega familiar que hasta el año 2001 no la conocían ni los canguros. Por arte de magia, mucho marketing y algo que, creo, no nos cuentan, ha pasado a vender en Estados Unidos, y supongo que en el resto del planeta, la nada despreciable cifra de 240.000.000 botellas, si ¡240 millones!
Si multiplicáis por los 10 dólares que cuesta la botella, en mi caso a 8.20€, os podéis dar cuenta de la magnitud de la machada.
La etiqueta curiosa y atractiva, con colores vivos dependiendo de la variedad de uva que lleve. El dibujo de un colorido canguro, con su columna vertebral y huesos de las extremidades detallados, o al menos a mi me recuerdan a eso.
La cápsula de las baratas y el corcho sintético. Máxima rentabilidad, mínimo coste.
Sobre el vino, no se que decir sobre el vino.
Intente localizar el Shiraz pero estaba agotado, me ofrecían un Chardonnay, un Merlot, un Cabernet Saugvignon y una mezcla de Shiraz y Cabernet.
En el Cellavinarium de Pamplona me aconsejaron el ensamblaje- vaya palabra fea- de Shiraz y Cabernet, ya que buscaba el monovarietal de Shiraz.
Botella de 75cl. de [yellow tail] 2003 de Shiraz-Cabernet.
¿Me gusto? Al principio me sorprendió, pero esa sorpresa inicial paso a desencanto final. Cosa, por cierto, nada inesperada.
Su cata nos descubrió un vino de color intenso, casi cubierto, con un ribete que tendía a color teja.
La lágrima densa, patas cortas de lento descenso.
En nariz aromático pero sin elegancia. Olor a aceite predominante, no aceituna, como anota Amaya en el Merlot. Algo de fruta pero indefinida. Al fondo, y con el tiempo, cerezas con licor o confitadas, regaliz. Dulzor pronunciado y aromas medicinales o balsámicos.
En boca, mas de lo mismo. Dulce y aromas de madera muy avainillados. Algo tánico y parece con exceso de acidez, que después de la sobredosis de dulce, destaca demasiado.
En resumen es un vino que por el precio no merece la pena comprar. Como aventura está bien, pues se bebe fácil, pero tenemos representantes nacionales mucho mejores por un tercio de su precio.
Así pues, “La cola amarilla” si no me garantizan su mejoría, se la dejo para los americanos.
Si resultados como este son los que nos esperan con las famosas virutas, ya he decidido mi posición.
miércoles, mayo 10, 2006
Saint Emilion, mas que un pueblo
Ya han pasado varios días desde nuestro regreso de Saint Emilion. Si he de ser sincero, no dejo de pensar en la gran cantidad de sensaciones vividas en solo tres jornadas. Fue un viaje muy relajado pero, si te gusta el mundo de vino, hay tantas cosas que ver y hacer, que aún continúo ordenando ideas.
El trayecto en coche es muy cómodo, desde Pamplona hasta el mismo pueblo. Perfectamente señalado, es difícil perderse. Además con esas chuletas a modo de GPS bajadas de internet, de la guía CAMPSA o Michelín, la llegada al destino esta asegurada. La velocidad por las vías rápidas francesas invita a la tranquilidad, 110km/h durante tres horas produce de todo menos descarga de adrenalina y tensión. No recomendable para conductores estresados.
Hasta Burdeos las rectas se hacen interminables, mucho trafico pesado y mucho pesado al volante. Cruzar esta ciudad puede ser el único punto complicado del trayecto, si se hace en hora punta. Luego se continúa dirección Libourne. De ahí a Saint Emilion es coser y cantar.
Sin llegar al pueblo uno se empieza a extasiar con el paisaje. Viñas con cepas perfectamente alineadas, verdeando con pámpanos recién nacidos, y con un “césped” que extraña al verlo la primera vez. Tengo un concepto diferente del viñedo.
Me sedujo, y envidié para la Rioja Alavesa, la cantidad de arboledas entre las viñas. Grupos de árboles frondosos que se desarrollan, controlados, y discurren desde el ancho río penetrando en las parcelas plantadas de vides. Puede ser por la época pero me pareció un verde de tono característico. Lo mismo que la luz ambiental y el color del cielo. ¡Como será el otoño!
La llegada al pueblo se hace amena. La torre, altísima, de la iglesia de Saint Emilion es compañera y guía durante los últimos kilómetros. Se accede, al fin, por una carretera empinada.
El pueblo es peatonal salvo alguna calle principal. Aparcar se hace complicado si es alguna fecha señalada. Lógicamente se debe aparcar fuera del pueblo, hay zonas establecidas para ello donde se paga por estacionar. Y si no quieres contribuir con ese impuesto se deja el coche algo más lejos y asunto arreglado.
Es fácil imaginar como encontramos el pueblo el fin de semana del 1º de mayo. Días de puertas abiertas en las bodegas de la zona.
Los turistas toman el pueblo temprano y no lo dejan hasta media tarde. Hecho que agradecíamos los que allí quedábamos a pernoctar.
Es un pueblo de vida diurna, en la mayoría de las casas no vive nadie. Las destinadas a servicios como hostelería, oficinas, consultas, tiendas, etc. se usan durante el horario estrictamente laboral. Los residentes allí prefieren vivir en el campo, en los chateaux junto a sus viñas, en medio de la paz y quietud de la naturaleza.
Lo curioso es que no habiendo a quien molestar, no hay vida por la noche. Los pocos vecinos dificultan cualquier iniciativa de ocio nocturno. Todo queda desierto para las 19.00h. Dos o tres restaurantes son suficientes para atender a quienes nos quedamos. Tienes la sensación de estar trasnochando cuando no han dado ni las 11.00h. Es algo típicamente francés.
Dejando a un lado lo referente al vino, Saint Emilion tiene muchos encantos. Algunos de ellos es aconsejable verlos conducidos por las simpáticas guías de la Oficina de Turismo. Por ejemplo la caverna-ermita donde vivió el santo que da nombre al pueblo y la iglesia monolítica, única en Europa con sus características.
No se debe olvidar callejear y conocer las estrechas arterias del pueblo. Interesante es subir y bajar por la Rue de la Tertre, eso si, bien agarrado a la barandilla central.
Hay que visitar las prohibitivas terrazas de las dos plazas principales y sentados ver la vida pasar en versión francesa, sin subtítulos.
Doblar las esquinas visitando, una tras otra, las innumerables enotecas esparcidas por el pueblo mientras tu olfato localiza las tiendas elaboradoras de los famosos macarons de Saint Emilion. Pastas típicas con un sabor a almendruco, no almendra, concentrado, muy sabrosas y rápida caducidad.
Sin prisa, se puede visitar el convento de los franciscanos y su claustro. Y por supuesto las cuevas subterráneas que en kilómetros se extienden por debajo del pueblo.
Volviendo por un momento al vino, hay un tren turístico, train des grands vignobles, que te muestra los alrededores de Saint Emilion.
Entre los viñedos, apretados dentro de una vagón y acercándote a los Chateaux, cada uno con su encanto, se piensan en todas las posibilidades que tenemos en Laguardia y comarca, y que por razones varias no explotamos.
Mucho tenemos que andar para vender nuestra tierra y nuestro vino como los vecinos franceses.
Recomiendo la visita a Saint Emilion, publicaré algún capitulo mas, seguro, de nuestra visita. Leyendo este se percibe un paralelismo bastante notable con el pueblo que mas quiero del mundo. Tal vez haya disfrutado tanto en Saint Emilion por eso.
jueves, mayo 04, 2006
L`Essentiel, de Thunevin
De todas las vinotecas que vimos en Saint Emilion es la que mas nos atrajo. La casualidad hizo que se encontrara a escasos metros del hotel donde nos hospedamos, Le Palais Cardinal. En mi agenda figuraba la localización de una enoteca perteneciente a Jean-Luc Thunevin Andraud . La situaba en el centro del pueblo, pero al desconocer el callejero y ante infinitos establecimientos de este tipo, me imaginé que la búsqueda sería laboriosa. Como digo, el azar la puso delante de nuestros ojos. El color fosforito de sus estanterías, en fucsia y pistacho, y la manera como descansaban las botellas en ellas no pasó desapercibido.
Una barra a la izquierda y unos taburetes altos delataban que es, sobre todo, un bar de vinos.
Efectivamente, nada mas entrar, y cuando tu mirada se fija obnubilada en la formación de botellas de las marcas mas prestigiosas de Francia, un saludo simpático te recibe con tono delicado- bonjour monsieur-, respondes al saludo, vagamente, por que no quieres que nadie perturbe el paso de revista a vinos como Chateau LaTour, Cheval Blanc, Chateau Ausone, Chateau Pavie, Chateau Angelus, Chateau de Valandraud, Chateau Margaux y hasta el prohibido de Thunevin, L`Interdit de Valandraud (el vino de mesa mas caro del mundo).
Los precios no consiguen rebajar el entusiasmo del momento, además se colocan estratégicamente al pie de la botella, figurando pero sin destacar.
Al fondo del local dos tramos de escaleras, pocas, cinco. Uno hacia arriba lleva a un reservado con unos cómodos sofás y taburetes, estos bajos y giratorios, también rosas y amarillos, con unas mesitas redondas, donde relajadamente compartir en compañía una excelente botella de vino.
Otro tramo hacia abajo, lugar de culto, la bodega, donde los vinos reposan y esperan que alguien los seleccione para ser inspiración de una felicidad casi completa.
Buena música, tipo lounge, chill out, ambients o similar. Casi imperceptible, pero patente. Crea una atmósfera perfecta para la degustación.
Cuando vuelves a la tierra, y eres consciente de donde pisas, te percatas de la existencia de personas detrás de la barra, y recuerdas que son ellos los que reciben con amabilidad.
Pueden atenderte en francés, lógico, en inglés y en español. En la barra te ofrecen la posibilidad de tomar el vino por copas, cualquier vino, incluido un Cheval Blanc o un Chateau Margaux, pero atente a las consecuencias. Desde 5€ hasta lo que quieras, 100€ por copa si abres una botella de aproximadamente 800€.
Como anécdota, hasta te puedes beber, yo lo hice, una cerveza de Saint Emilion. Una Paralelo 44, elaborada en el pueblo, deliciosa y peculiar.
Nos atendió Carlos. Puedo calificar su trato con un diez. Excelente comercial, la confianza justa y la atención muy especializada. Como establecimiento propiedad de Thunevin nos mostró toda la gama que comercializa, dentro de nuestras posibilidades. Por supuesto, nos hablo del vino prohibido, L`Interdit de Valandraud, del Chateau de Valandraud y del Marojalia (Margaux). Nos sirvió para degustar, el Virginie de Valandraud 1999, Clos Badon Thunevin 2001, Chateau Bel Air Ouÿ 1999, Clos Margalaine 1999 Margaux (segundo vino de Marojalia), Chateau La Fleur Mongiron (Bordeaux), Franc Maillet 1999 (Pomerol), incluso dos blancos de increíble aroma, Chateau de Monbousquet 2001(Saint Emilion, aunque extrañe) y Chateau Marjosse 2004.
No olvidó nombrar y aconsejar marcas con futuro, de bodegueros jóvenes, que teniendo en cuenta su forma de hacer el vino y su trayectoria, están en el punto de mira de los grandes productores, de los grandes chateaux. Las tendré en cuenta para mis próximas adquisiciones.
Toda la atención del mundo, máxima información, resolución de dudas y simpatía con el único fin de vender vino, de mostrar caldos diferentes, de educar a clientes en una cultura de vinos, a veces desconocidos, pero en general muy recomendables. Como nos dijeron, también con el objetivo de poder hacer realidad el sueño de personas que no tienen, o tenemos, acceso a los mejores del mundo y que en lugares como L`Essentiel dan la posibilidad de degustarlos por copas sin tener que realizar desembolsos prohibitivos.
Si viajas a Saint Emilion no olvides visitar este pequeño paraíso, esta boutique des meilleurs vins de France, este espacio de la modernidad dentro del pueblo medieval.
L`Essentiel, Rue Guadet 6, Saint Emilion (France)
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