El gobierno de la nación sigue erre que erre en su cruzada contra el vino. Después pretenderán a golpe de talante que nos creamos su preocupación por el vino español.
Ya se dejo claro con una ley aprobada al respecto en el año 2003, creo, que el vino es un alimento. Y si no que se le pregunten a nuestros mayores cuando, a falta de otras alternativas, incluían al vino en su dieta.
Si, eran otros tiempos, pero ahora en muchas actuaciones me recuerdan épocas pasadas.¡Pa-sa-das! Olvidadas, superadas, asimiladas.
Se pretende demonizar al vino, se le quiere sentar en el banquillo de los acusados por atentar contra nuestra salud. Se le quiere hacer corresponsable, esta vez si presidente, de todos los accidentes mortales que ocurren en la sociedad. Creo que así no vamos bien.
Comparar el vino con otras bebidas alcohólicas, con drogas y con sustancias toxicas no producirá, para nadie, beneficios ni a corto ni a largo plazo.
Las bodegas y todos los que viven de ellas, agricultores y empresas auxiliares saldrán claramente perjudicados.
De acuerdo con fomentar el consumo responsable, de acuerdo que el trafico será mas fluido y seguro sin tanto borracho conduciendo, pero con esa decisión se estropea mas de lo que se arregla.
A veces pienso de que manera se puede cambiar ese proyecto de ley. Que puedo hacer para que mElena Salgado, por una vez, recapacite y actúe con cordura y sensatez.
Se me ocurren varias soluciones consensuadas y democráticas:
Una puede ser que alguna de las civilizaciones con las que se quiere “alianzar” el señor Zapatero tenga como bebida sagrada el vino. Así, para no ser intolerantes con otras culturas se permitirá su consumo y hasta su veneración.
Otra opción puede ser convertir al vino en pretensión nacionalista. Ya no sería droga, sino vinculo entre dos naciones.
La tercera, aprobar un plan enológico nacional con trasvases La Rioja-Cantabria o La Mancha-Extremadura. Inaugurando desvinificadoras, mejor dicho vinificadoras, a diestro y siniestro por toda la geografía peninsular.
Y la cuarta, más personal, es que nuestra primera dama, en vez de cantante o cantadora, perdiera una N, y fuera catadora. Jamás un esposo enamorado produciría desencanto y desasosiego a la persona amada. Los viajes de placer, financiados por nuestros bolsillos, a la opera o a comprar en conocidos almacenes londinenses, se cambiarían por practicas de turismo enológico, menos costosas y mas enriquecedoras, siendo ejemplo para las jóvenes generaciones y animando a los conciudadanos a respetar, cuidar, promover y propagar la cultura del vino, en todas sus vertientes.
Así pues, compañeros, brindemos y bebamos por la salud de nuestros dirigentes.
Ya se dejo claro con una ley aprobada al respecto en el año 2003, creo, que el vino es un alimento. Y si no que se le pregunten a nuestros mayores cuando, a falta de otras alternativas, incluían al vino en su dieta.
Si, eran otros tiempos, pero ahora en muchas actuaciones me recuerdan épocas pasadas.¡Pa-sa-das! Olvidadas, superadas, asimiladas.
Se pretende demonizar al vino, se le quiere sentar en el banquillo de los acusados por atentar contra nuestra salud. Se le quiere hacer corresponsable, esta vez si presidente, de todos los accidentes mortales que ocurren en la sociedad. Creo que así no vamos bien.
Comparar el vino con otras bebidas alcohólicas, con drogas y con sustancias toxicas no producirá, para nadie, beneficios ni a corto ni a largo plazo.
Las bodegas y todos los que viven de ellas, agricultores y empresas auxiliares saldrán claramente perjudicados.
De acuerdo con fomentar el consumo responsable, de acuerdo que el trafico será mas fluido y seguro sin tanto borracho conduciendo, pero con esa decisión se estropea mas de lo que se arregla.
A veces pienso de que manera se puede cambiar ese proyecto de ley. Que puedo hacer para que mElena Salgado, por una vez, recapacite y actúe con cordura y sensatez.
Se me ocurren varias soluciones consensuadas y democráticas:
Una puede ser que alguna de las civilizaciones con las que se quiere “alianzar” el señor Zapatero tenga como bebida sagrada el vino. Así, para no ser intolerantes con otras culturas se permitirá su consumo y hasta su veneración.
Otra opción puede ser convertir al vino en pretensión nacionalista. Ya no sería droga, sino vinculo entre dos naciones.
La tercera, aprobar un plan enológico nacional con trasvases La Rioja-Cantabria o La Mancha-Extremadura. Inaugurando desvinificadoras, mejor dicho vinificadoras, a diestro y siniestro por toda la geografía peninsular.
Y la cuarta, más personal, es que nuestra primera dama, en vez de cantante o cantadora, perdiera una N, y fuera catadora. Jamás un esposo enamorado produciría desencanto y desasosiego a la persona amada. Los viajes de placer, financiados por nuestros bolsillos, a la opera o a comprar en conocidos almacenes londinenses, se cambiarían por practicas de turismo enológico, menos costosas y mas enriquecedoras, siendo ejemplo para las jóvenes generaciones y animando a los conciudadanos a respetar, cuidar, promover y propagar la cultura del vino, en todas sus vertientes.
Así pues, compañeros, brindemos y bebamos por la salud de nuestros dirigentes.
4 comentarios:
Tras la lectura de tu excelente nota sobre nuestra excelsa ministra, me asalta una descomunal duda vital: Si la sra. Salgado opta por no comer -a la vista de la persecución de grasas hamburguésicas y niños orondos-, ni fumar, ni beber alcohol alguno; y comprobada su animadversión a todo aquello inmoral, ilegal o calórico, ¿qué demonios le divierte a esta buena mujer?.
Es evidente que sólo queda el sexo como diversión, aunque observando el envoltorio creo que cualquier práctica sexual imaginativa o poco frecuentada para la coyunda, le supone tales esfuerzos que le provocan el avinagramiento del rostro.
Así pues, líbrenos dios de personas tan sumamente insípidas, y mucho más en cargos públicos de responsabilidad.
Por cierto, mientras la ministra siga en el atropello, habrá que aprovechar y leer el kamasutra y practicar sus consejos, porque es posible que a la señora Salgado le llame a su seno la menopausia y convierta España en un ramadán permanente.
Vaya, vaya lo que es capaz de hacer la señora ministra. No sigas por ese camino pues visto el equipo de gobierno, si a todos les dedicas las mismas prácticas pronto nos quedamos sin mar de fondo.
Un saludo.
Sabeis lo mejor de todo por un lado hay una ministra que manda a los restaurante folletos para incentivar el consumo de vino y por otro lado esta amiga que a pesar de que el vino ha sido declarado alimento nutricional hace unos años quiere demonizarlo, en fin... no voy a decir más que me caliento.
Saludos
Hola, soy enólogo y esto me preocupa un poco. Pero, puedes dar algún argumento de peso que permita separar al vino de otras bebidas alcohólicas? El de la cultura sirve para todo, los señores del vodka y la tabacalera española tienen su cultura. A mi un argumento razonable me parece promocionar a toda costa el consumo, pero moderado, ya que cuando acompaña a la dieta típica mediterránea por ejemplo es un alimento fabuloso.
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